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Desde la tumba del océano hasta Reina

Capítulo 6 

Palabras:1117    |    Actualizado en: 16/12/2025

Punto d

n preocupación al ver a Valeria parada desafiante

ración-. ¿Qué estás haciendo aquí? Valeri

u brazo, su voz delib

asustarme, Bruno! ¡

n cansancio fami

. ¿Podemos hablar

abra, mi mirada recorriendo el inter

, moderno,

uales, los bordes gastados que hablaban de año

ies elegantes y frías y u

oleo de nue

Bruno, sintiendo mi ira-. Un nuevo comienzo

idar si no queda rastro. -Entrecerré los ojos-. ¿Dónde está el pájaro

bía seguido a B

bablemente la tiré con el resto de tu... d

n ella, una calma es

tir

ás, repentinamente intimidada po

tre nosotras, protegi

arte otro. -Parecía genuinamente confundido, como si no pud

ía olvidado su signifi

s fuerte que cualquiera de

o el pájaro; nos habí

era -susurré, las palabras

Bruno, mi voz a

hora. O destrozaré est

ró, pasándose una

hacia la habitación del fondo, desaparecie

tonada por su au

zó la piel-. Ah, y esa pulsera. -Señaló la simple cuerda de cuentas de madera entrelazadas con algunos dijes de plata en mi muñeca, un regalo de mi madre adoptiva, años atrás-. Es exactament

ñeca, mi agarre

egalo de mi ma

s-. ¡Es lo único que me queda de ella! ¡Te robas todo! ¡M

runo regresó, sostenien

escuchó sus acusaciones,

rtándola de mí, acunándola

exigió, su voz llena de ira-.

r, hundiéndose en el suel

ntentó robar la pulsera de mi m

iciándole el pelo, sus o

su mira

para ella? -Sostuvo el pájaro de madera-. Toma est

ientras sostenía e

a rompiendo, pieza

a ella de nuevo. Con

partida, por encima de mi propio d

s audible-. Conoces esta p

ego a Valeria, y lu

ostro, rápidamente reemplazado

ejarle tener esta única cosa? -Hizo una pausa, su voz bajando, casi una amenaza-. ¿O d

l aire de l

tangible de nuestro pasado compartido, el sím

tomar nuestros recu

temblando con una rabia que bordeaba

ero, tu propio imperio! ¡Ella no tiene nada después de que intentaste atropellarla, después de

pura magnitud de su cegu

ían lo

a por las lágrimas no derramadas-. Solo dame el

ecía, se levantó de un salto, arrebatand

ia la ventana abierta, sus ojos salvajes, leva

tello de veloci

ola justo cuando su m

os, milagrosamente, se cerrar

echo, mi cuerpo tembl

corriendo del apartamento, bajé las escal

una cosa pequeña y fr

entía destrozado en

asta que me derrumbé en un banco frío del parque, el pájaro de

a, la supuesta nueva vida

estab

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