La Segunda Oportunidad de la Mate Rechazada
ra
osa de fiebre, dolor y el traqueteo ince
colores del amanecer. Estábamos en la frontera de la Manada Luna de
ba junto a un todoterren
tual, siempre había llamado "el granjero" por
ran de gelatina. El Beta de Luis tuvo
voz sonando como pap
de la carretera, las palabras brotaron
los activos. El *Acónito* enve
io implacable que cualquier macho dominante tendría ante
mpasible, serio, y sus ojos oscuros eran tan prof
lencio pesado, roto solo p
que me desarmó, tomó mis manos fría
a grave, vibrante, y transmitió una calidez que se
ura. Y toda la ayuda
. No por debilidad, sino por
usurré, ape
erca del límite, para respetar mi cuare
os parados en el porche, mirando hacia la c
usaba el *Comando* de Alpha, solo pura y cruda sinceridad-. Eres fuerte. Lo q
mo un bálsamo sobre un
un motor rugió en la di
carretera principal, levantando una densa nube de polvo. Recon
te en el cruce, a unos
n se detu
ojos barrieron el área con una intensidad maníaca. Parecía estar buscando algo,
cerrando mi garganta. A pesar del *Acónit
che de Oliver y yo. Su aroma a tierra húmeda y pino me envolv
e Oliver desde otro coche-, ¡el ra
última vez. Pareció dudar, sus instintos luchando contr
y aceleró, desapareciendo en u
que estaba conteniendo en
-dijo Luis
-res
arata. Oliver me la compró en una feria cuando teníamos dieciséis años.
e del barranco que b
ntó Luis, observánd
a casa -dije
n el aire, capturando la luz del sol, a
ndo mis manos vacías, pero
-dijo Luis, abriéndome la puerta de su coche con un gesto caballeroso-. Det
pie dentro del vehículo.
s brillando con una promesa silenci
ave, y el aire acondicionado o
espejo retrovisor hacia las montañas do
silencio-. *Por mi loba. Y po
oscuridad, hacia un horizonte que, por pr