Mi hermana me robó a mi compañera y se lo permití
vista de
sin concili
cio de lo desconocido en esta nueva casa se sentía más fuerte que cualquier otra ausencia. Cada
edón de Star Wars, respirando hondo y calmado. Agradecía a la Luna por estas pequeñas muestras de bondad. Esta modesta casa podía car
n se abrieron paso a través de mis cortinas
nterraríamo
stra relación había muerto mucho antes de que su corazón dejara de latir. Era la perspectiva de enfrentar las miradas juiciosa
l término ara
. Estaba sentado, ya vestido con el traje negro en miniatura que habíamos elegido
có una sonrisa que no llegab
miraba frente a mí tenía la mandíbula definida de Kieran y su mirada penetrante. Era un
é, alisando su solapa.
valor y dejó su consola a un lado. -Vámonos -susu
ció imponente frente a nosotros, su coraje flaqueó. Sus nudillos
su hombro tenso-
muladas en sus ojos. -No pudimos... No pudimos despedirnos
yo me había acostumbrado a la ausencia de mi padre, Daniel había perdido
o aquí, mi amor. -Mi voz se quebró-. Y aquí. -Toqué su s
que parte de la tensión abandon
Li
la fuerza que necesitaba
res galas negras, aliados de territorios vecinos y un grupo de socios humanos que había hecho negoc
ealeza. La cabeza de mi madre descansaba con
r D
avés de los vitrales iluminaba sus perfectas ondas rubias. Su vestido de diseñador se ajust
acercábamos. Aunque no era para mí, nunca había sido para mí, sino para
u abrazo contra el encaje negro. Esto dejaba solo un asi
radas y, aun así, su odio no había disminuido ni un poco. Se alejó con lentitud mientras me sentaba
i mirada aterrizó en otra familia que tampoco me quería. Los Blackthorne ocupaban los asientos del lad
igual que mi familia, los Blackthorne se negaban a aceptarme.
a heredado el rango de Alfa. En este momento, me miraba con frialdad. De seguro estaba
do liberarse de las garras de mi madre y ahora formaba una barrera humana entre C
e tuviera que mostrar valentía. Entonces, los acordes melancólicos del órgano indicaron el comienz
*
algo a Celeste: sabía muy bie
nosotros esparcía puñados de tierra sobre el ataúd de nuestro padre. Esperó hasta que la multitud por
a con los arreglos del funeral -Su voz in
cho se abrió más. Mi único mensaje de texto ofreciendo ayuda no había tenido respuesta, aunque
o malicioso. -¿Cómo si algui
-siseó-. Durante diez años, jugaste a la casita con la vida que me correspondía, pero ahora recla
arcajadas frente a
eso. El amor de nuestra familia, su lealtad, el corazó
n removida. Este era un día para honrar a mi padre,
abo, Celeste
d cómo el rostro de Leona se iluminaba al verla, cómo los brazos de ese hombre se abrían por instinto. Cuando Daniel se movió a un lado mío, lo co
mía. Mi valiente niño, de pie a mi lado, me protegí
ran, Daniel merecía estar con su familia. -Claro, mi amor.
n abuelo podría y a Leona alisando su traje. Al menos lo amaban a él
agujero abierto en la tierra. Un re
imas caían, no solo por el padre que había perdido, s
entras me dirigía a mi auto, mi lugar seguro. Esperaría dentro
la salida del cementerio cuand
e las personas. Al siguiente segundo, todo era una pesadilla llena de gruñidos y grito
an
. El lobo de mi hermano protegía a nuestra madre mientras sus colmillos goteaban un líquido carmesí. Al otr
sona recordó a la hija sin loba, a la
renegados s
iguras demacradas se acercaban con sigilo. Sus fosas
l sonido horrible que producía
de golpe y el mundo se inclinó mientras retrocedía a rastras. Encima de mí, un lobo rene
odo lo que había pasado, mori
. Mi hombro me ardía y un líquido caliente y espeso g
ad que estuviera escuchando que so
se abalanz
lo interceptó en el aire. El crujido aterrador de sus huesos
los colmillos al descubierto, se alzaba