Mi hermana me robó a mi compañera y se lo permití
vista de
o por completo con un grito desgarrad
¿Dónde
ió. Su cabello dorado ondeaba detrás de ella y sus mejillas estaban rojas por haber corr
ina aparición de mi hermana me
a un sueño del que temía despertar. El anhelo puro en sus ojos era más que suficiente para respond
Celeste, con la voz rota. Al no res
, acunándola contra su pecho mientras mi madre y mi hermano se unían a ellos en un abrazo colectivo. Sus cuerpos en
espués de todo, yo también había perdido a
ue dio sus primeros pasos, todos los ojos habían estado sobre ella, admirá
lor resonaban en toda la sala, yo
jor irme con la poca dignidad que me q
eza volteó cuan
unos rastros salados en mis mejillas. Sin embargo, ¿qué pasaría con e
e ir al cuarto de Dani
ncontré a mi hijo de nueve años acurrucado con las rodillas contra s
asiado infantil, pero como
n forma de auto de carreras. -
rior. -Algo le pasó al
ombre que le había enseñado a rastrear venados el verano pasado se había ido para siempre? Acar
tenía una certeza que daba mied
se cortaban los vínculos de la manada. No obstante, aquí estaba él, demostrando la
como yo. No tendría que cargar con la vergüenza de ser el hijo
arabe de arce y sudor infantil. A pesar de que lamentaba esa desastrosa Cace
mi vida, el único corazón que m
s de naves espaciales, él me miró con sus ojos llenos
mpre estarán c
su cabello con mis dedos, justo como hacía cuando
i el sol hubiera salido después de una década de oscuridad, era una mirada que nunca me había dado a mí? ¿Que el abrazo de ello
eso en su ceño fruncido-. Tu papi y yo te amamos por
me destrozó el alma.
sé su frente, demorándome má
ntro del refrigerador. Las botellas de vidrio tintineaban, pero mi
había lleg
la noche en el hospital,
uparon el marco entero de la puerta de la cocina. La luz de la luna resaltó las fac
cima de mi hombro. Su aroma a cedro y lluvia me envolvió por un traic
i voz sonó demasiado baja en e
ensos se flexionaban bajo una barba corta que nunca me había permitido tocar. El
s soportando el peso del mundo. Yo ya conocía esta rutina
dirigí con lentit
rap
oca siempre me dejaba atónita, c
aba sombras duras debajo de sus pómulos y su e
os que
s. El modo en que se sujetaba a la mesa hacía q
zó nada. Solo habló con su e
o el d
rado diez años para q
so cómo todavía la