El último y amargo adiós de mi corazón
NA SA
ejándose en su mandíbula cincelada. Revisaba noticias financieras, ajeno
usualmente tan agudos, solo parpadearon sobre mí
iana. Deberías descan
a como una obligación, n
brado innumerables hitos con él, la misma mesa donde me había propu
que habla
jó lentamente su tableta. Se reclinó, cruzando
ora, Juliana?
preparados sobre la mesa pulida. Se deslizaron suaveme
ar nuestro acue
sus ojos recorriendo las cláusulas. Su
enunciando... ¿a todos
sus ojos abierto
as en
allecimiento prematuro, todos mis activos, todo lo que poseo, deberí
jando que las pala
aron para Elías. Quiero que tengas el con
papeles, su mente claramente c
e arte? ¿Las joyas de tu
sta de nuevo,
Incluso las piezas que jurast
as, los libros raros... esos son para Débora. Ella tiene un ojo mucho mejor para la belleza
ada, mis ojos i
lo un rega
rgado con una tensión no dicha. Sus ojos fríos se ent
tás jugand
n gruñido ba
é qu
si perdida en el repentino silencio-. Estoy cans
edo y una comprensión que comenzaba a amanecer.
bras crudas, rasgando la cuidad
sonido se
a en que la miras, la forma en que ella te mira. Los susurros. El perfume, siempre su perfume, en tu r
ojos, viendo cómo el colo
reíste que er
iciento. El peso de su culpa, final
cil, ¿no? Demasiado enfocada en el trabajo, demasiado exigente, siempre presionando, siempre esforzándome. Siempr
, un sabor ama
placiente. Nunca te desafía, nunca cuestiona tus decisiones. Solo son
se endu
ti, Damián. Abso
usurro ahogado, extendiendo la ma