La Esposa que no Amo: Una madre para mi hijo
arla estresante con Fiorella, donde Chiara se negaba y ella insistía
ecisiones, le tuvo que dejar muy claro que un divorcio no sería una guerra limpia, porque Da
n tener un hijo, no era la manera
había en este y sus ojos se perdí
acer para t
ella quisiera verlo, todo lo contrario, deseaba no volver a ver su ro
de acuerd
uera una posibilidad
contrarias a como
monio se desvanecían delante de sus ojos si pen
rme bien? Ya sabía yo que
e ajustaban perfectamente bien a ella: No tener que ver a su esposo,
ban la parte
ear c
vientre y sus ojos se
a ser, pensó, quizás no el primer año, ni el segundo, pero sí pensó en ser madre. Pero, cuando vio la real
su vida, la manera en la que había crecido o las veces que deseó siempre un abrazo cuando peor era su situación,
su hijo? ¿Un padre ausen
progenitor rechazaría, las palabras de Davide resonaban en su ment
de esa otra mujer,
ra de Chiara él l
al mundo por ella tuviera un padre como Da
de agua sobre su cara para ver si así aliviaba l
tocó a s
tomó una toalla para llevarte e
la puerta, to
ijo que no vivía en casa de sus padres, ella creyó que ya se había marchado. Hace un par de
ace una m
te a de
era, mamá no quería que te quedaras sola, tampoco p
e importa quedarme sola. S
irada de Dante cuando escuchó esas pa
cuñ
e en su mente recordándoselo, p
es alg
stó la casa, ¿quier
cerrando la puerta de l
? -comenzaron a caminar por
ué pien
s se enrojecen bast
vergonzada, sin at
sido
egu
seg
nto más. -Con eso
de las habitaciones. Salieron de allí para ver
ede ser t
erdíamos aquí, aunque solía ser bastante divertido. Nico era muy escurridizo
re
cómo se llamaba
preguntar qué fue lo que pasó exactamente sobre su muerte. Era un t
no se fue más abajo y una espina rozó su piel hasta penetrarla. No le dolió, solo era la mane
a de sangre sal
en su boca y lueg
No quiero hacerte
r el enorme jardín, h
atro asientos rodean
do que cada uno de e
tro her
y Chiara se paseó por el resto
quel asiento jamás se sentaría allí, no otra vez.
Dante y se se
a y la tranquilidad del lugar, solo siendo interrumpido por el mover de los
sáceas se fueron convirtiendo en más oscura, hasta
a su paso, mostrando el camino de regreso, aunque no entraban por el jard
ar-dijo él, poniénd
pasaron casi unas dos horas desde que salieron de casa y recorrieron el jardín, todo
ándole el camino que se sabía
aquel cabello corto que atrapaba la luz. Sintió unas
idad de recordarse a sí misma esas
el jardín, también en casa, ella decidió adelantarse, porque sent
los arbustos y tomando el primer camino que se abría frente a ella, int
ndo ver qué camino ella tomaba, no había mucha luz, pero su
él creciendo una enorme emoción, persiguiéndola
dejó de escuch
ompleta
os fuertes latidos en su pecho
nes, en busca de al
despacio, había hojas secas en el s
s, más adelante y sali
os en el centro del jardín. La luz llegaba men
la chaqueta que antes llevaba Chiara. Se acercó casi de puntillas, quería sorprenderla, sus pasos eran muy lentos, intent
una t
y tarde para
se giró rápidamente, pero no contaba con que Chiara fuera a correr de manera tan directa en
él cayó hacia atrás, cerrando sus brazos a
elo y ella sobre él, aprisionada con sus brazos
de su boda, pero a modo de consuelo, en un momento de
ara que no se hiciera daño y ambos en el suelo,
ola
ntía su respiración golpearla y sus
ente agradable posándose en su pecho
cuña
ovió, él tam
vaivén y el tiempo carecía de importancia,
hecho dañ
ado en un susurro-. ¿Qué
orque me ganaste en
n ventajas, po
o, no por la intensidad de sus palabras, el tono sueve y la forma en la que
si pretendiera besarla. Ella cerró los ojos, esa
ñado! ¡Es
e esfumó desde que Da
daron el
se