Guerra de mafiosas
e lujos y comodidades, incluso una suite exclusiva en su hotel, auto del año y dinero a raudales, él no olvidaba ni descuidaba sus raíces, tampoco a sus compi
videnciaba mis senos enormes y el delicioso canalillo emergiendo delictual en el escote, me solté los pelos y me pinté la boca con un rojo intenso y me hice sombras en los ojos. Me colgué unos pendientes enormes y joyas de fantasía para darme un aire muy sensual, sexy y arrebatadora. Yo ya me habí
os borrachines de caras pintadas de morado por tanto trago y ladrones pendientes de sus víctimas para desvalijarlas apenas queden dormidos por el licor. David no pudo evitar verme cuando entré meneando las caderas igual si fuera un barco a la deriva, mascando chicle, haci
icias y que me haga suya. A él le gustaban las chicas fáciles y yo le era un manjar muy erótico que estaba al alcance de sus manos. Hicimos click al momento porque yo estaba dispuesta a irme a la cam
pasión y embeleso, haciéndome suspirar eclipsada por su vehemencia. Mis pechos se irguieron como montañas y sentí que se desataban los fuegos en mis entrañas. Alcé la rodilla excitada mientras él llevaba sus manos
ome en sostén, calzón, pantimedias y mis zapatos puestos. Quedé, ento
oda nuestra emoción. Yo empecé a acariciar su pecho, repleto de vellos y eso prendió más fu
staba demasiado impetuoso e iracundo y lo único que quería era besarme, acariciarme y disfrutar de mis encantos que aparecían frente a sus ojos, como un manja
nloquecida de tanta emoción y pasión que le desbordaba. No podía contenerme, incluso le abrí surcos en su espalda y garabateé su cuerpo con mis uñas, dejándome llevar por el descontrol d
e dominó por completo, me eclipsó tanto que lo único que yo hacía era gemir y sollozar, mientras el fuego chisporroteaba por todos mis poros y no dejaba de exhalar muchísimo humo de mis narices,
rpadeando muchas veces y con mi corazón hecho una fiesta rebotando impetuoso en mi bust
hombros, parpadeando sin cesar, con mis pelos arranchados por la emoción del momento, mordiendo impetuosa mis lab
ujando una equis sobre los edredones, exhalando fuego, convertida en un montón
para nada, siquiera para gemir o sollozar, simplemente estaba a su merced hecha una títere,
tentó David desacelerar su corazón que
a cama por venganza y no porque él me gustaba. -¿Eso también
ra de David se le pintó
ndome, disfrutando de verlo a
guntó entonces abanican
riéndome del hotelucho ese, escondido en las sombras, metido entre esquinas gastadas y tétricas, mientras que David siguió allí bajo las sábanas desco