La verdad: Su sufrimiento
de A
ición de Bety. Me senté junto a su cama, sosteniendo su pequeña mano inmóvil, la furia u
y, sus ojos abriéndose co
razón se hizo añicos en un millón de pedazos. Se es
uavemente su frente, el recuerdo de la bofetada brutal de Gabriel como una herida fresca. Levanté la mano y me abofeteé, con fuerza, en la mejilla. Era un g
to. La mala noticia... el impacto causó una ruptura del tímpano. Tenemos la esperanza de una re
echo esto. La había silenciado. Mi vibrante y extr
o el acto atroz de Gabriel. A la mañana siguiente, Arturo entró corriendo, su rostro demac
i Gabriel todavía estuviera allí. "¡Ese bastardo! ¡Ese hijo de puta ingrato y despreciable! Después de todo
jar esto así, Alicia. Voy a presentar cargos.
ía ronca. "Hazlo, Arturo. Te ap
considerable de dinero. "El señor Perkins lamenta profundamente el malentendido. Está prepara
gredió a mi hija! Dile a tu cliente
to. Sabes de lo que soy capaz. Sofía lo es todo para mí. Si su nombre es arrastrado por el lodo p
pear a una niña de diez años, Gabriel! ¡No hay forma de controlar ese tipo
a de los contratos con la firma de Gabriel, fue desmantelado sistemáticamente. Gabriel congeló sus cuentas, retiró todos los proyectos en curso y, con una precisi
iquilados. Cayó en una profunda depresión, su salud se deterioró rápidamente. Tenía una rara condición cardíaca, y su medica
ello, una vez oscuro, se volvió blanco como la nieve de la noche a la mañana. El estrés, la h
o, un nuevo núcleo más duro se había formado dentro de mí. La vieja Alicia, la que amaba y sufría, s
tal una tarde, su rostro pálido, sus ojos huecos. "Gabriel..
espera, bebiendo café, una mirada de suficiencia en su rostro mientras h
ave, "¿estás lista para admitir la
a en la cara, con fuerza. El sonido resonó en la silenciosa sala de esper
a Bety. Destruiste a Arturo. Y por eso, te juro que te haré sufrir mil veces peor de lo qu
por la sorpresa. Nunca había visto este
una buena persona. Y tú solo... te estás haciendo daño con esta amargura". Hizo una pausa, luego agregó, su voz escalofriantemente tranquil
primera vez lo de Sofía, y amenacé con exponerla a los medios. Me lo había dicho entonces, su voz fría y
s a esto. Mi amor, mi confianza, mi lealtad, todo sin sentido. Me veía como un obstácu
miedo, sino de una abrumadora sensación de pérdida. "¿Por qué hiciste e
mpre fuiste tan demandante. Tan... asfixiante. Sofí
s años de asociación, de igualdad intelectual y emocion
a oleada de rabia pura y sin adulterar, diferente a todo lo que había sens un hombre. Eres un parásito. Y tú eres el que merece morir"