La verdad: Su sufrimiento
de A
a un marcado contraste con las peleas a gritos, las acusaciones lanzadas y las lágrimas fur
ente Gabriel, su voz tensa.
aire. "Lo que pasa, Gabriel, es que finalmente has decidido volver a casa. Y Sofía", miré
n su cabeza rubia inclinada. "Señora Kaufman,
ocultando el triunfo en sus ojos. Pens
iempre cuida de su gente, ¿no es así, cariño?". Mis ojos se dirigieron a Gabriel. La comisura d
lencio. Sofía, picoteando su comida, mirándome ocasionalmente con una mezcla de
briel me dice que eres una arquitecta junior increíblemen
on. "Oh, um, gracias, señora Kauf
"Alicia, ¿podemos h
uramente, como miembro valioso de tu equipo y, aparentemente, de tu vida person
n, pero se contuv
ra forzada. "Sobre... sobre todo. Sé que las
. "¿Los años de abandono? ¿La humillación pública? ¿Las in
deó. "Ella solo... me necesitab
nte. "Gabriel, tal vez
o necesita entender". Se volvió hacia mí, su mirada suplicante. "Alicia, sabes cuánto s
Y qué hay de nuestro futuro, Gabrie
fía es... es una parte importante del fut
irada se posó en la muñeca de Sofía. Llevaba la delicada pulsera de perlas que Gabriel me había r
. Rápidamente escondió la mano debajo de la
ruñó. "Es solo una pulsera. A
bolo de nuestra década junto
o...". Empujé mi silla hacia atrás y me levanté. "Hay un collar a juego. Una pieza sentimental. Nuestr
ada. "¡No! No, señora
ndo de tomar el control. "Alicia, si lo ofreces, Sofí
brillando bajo la luz. Nuestra primera Navidad, cuando luchábamos por salir adelante, construyendo nuestro primer peqlgo ilegible en ellos. ¿Era arrepentimiento? ¿Vergüenza? Lo vi tomarlo de mi man
mente suave. Se lo entregó a Sofía, quien lo tomó co
ijo Gabriel, su confusión p
haciendo. Mi yo del pasado se habría aferrado a él, exigiendo explicaciones, destrozando a su amante. Pero, ¿de q
sculpas iniciales de Gabriel, sus promesas. "Fue un error, Alicia. Un desli
llí, pero no estaba. Era un fantasma, rondando nuestra casa, su corazón en otro lugar. Cuanto más frío se volvía, más duro luchaba yo. Rogué, razoné, tr
o Sofía era una maestra de la manipulación. Unas cuantas lágrimas bien sincronizadas, una historia de un jefe
su pecho, sus ojos adoradores. Hice una escena. Una escena pública y humillante. Y Gabriel, en un ataque de rabia, había vuelto a casa y destrui
ntraído por la furia. "¡Esto es lo que pasa cuando me avergüenzas!
o en medio de los escombros, más destrozada que la cerámica. Esa noche, a
mía. El mundo se volvió opaco, apagado. Entonces, un milagro. Un
. Me aferré a esa esperanza, aterrorizada pero ferozmente protectora. Imaginé una vida
caballero de brillante armadura, insistió en que se quedara. Los observé, una furia silenciosa hirviendo bajo mi cal
ostro pálido de miedo. "¡¿Qué hiciste,
mente desconcertada. "¡E
la encimera había un paquete abierto de cacahuates, un bocadillo que a v
una rabia que nunca antes había visto, ni siquiera cuand
... bebé? Gabriel,
e pudiera reaccionar, me los metió en la boca, forzándolos por m
domen. Me derrumbé, jadeando, el mundo girando. Mi último pensamiento con
El rostro del doctor era sombrío. "Lo siento much
l, planas y sin vida. Mi bebé. Nuestro bebé. S
s. "Alicia, lo siento mucho. No quise que esto pasara. Pensé... pensé que
terminables. Mi cuerpo era un campo de batalla, devastado y vacío. Regresó horas después, oliendo al perfume de Sofía, sostenie
, susurró, dándome palmaditas
la bañera, el agua tibia un breve consuelo contra el dolor abrasador en mi corazón y mi cuerpo. Me dejó allí, el agua