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Su amor de él, Mi infierno, Su justicia de ella

Su amor de él, Mi infierno, Su justicia de ella

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2376    |    Actualizado en: 17/11/2025

lamada Isolda, quien aseguraba que mi esposo,

equiel fingió tener amnesia, se puso

, me obligó a enfrentar mis miedos m

fue rápida y brutal. Me secuestró y, en un último acto de crueldad, le

ado, que había aniquilado has

ababa de desata

io, arruinaré su vida y le haré pagar por cada

ítu

zequiel, se hizo añicos en el momento en que Isolda Buck gritó mi nombre desde el fondo de la capi

e detuvo, con el ceño fruncido por la confusión. Todas las miradas, que había

y con la ropa rasgada. Se abrió paso entre las filas de invitados atónitos

ló Isolda, con la voz ronca y áspera-. ¡Nos pe

no era solo una escena; era una profanación. Mi dí

se contrajo de furia. Su mirada, fría y dura

os ojos fijos en Ezequiel. Se abalanzó, no sobre mí, sino

solda soltó un rugido furioso y le dio un codazo brutal en la cara. Él retrocedió

ó, no hacia Ezequiel, sino hacia el delicado arco floral detrás de nosotros. Rosas, lirios y helechos llovieron, ju

llevó la mano al pecho en la primera fila. Mi visión se es

mencial, prometían dolor. Levantó el pesado latón, lista para golpear. Se me

n de movimiento. No habló, no dudó. Agarró el brazo de Isolda, torcién

altar. Con fuerza. El sonido

orpresa. Ezequiel no la soltó. La mantuvo allí, con

ñó, su voz baja y peligrosa,

Ella luchaba, pateando y arañando, pero él era implacablemente fuer

apresuraron, pero Ezequiel lo

voz desprovista de em

ra, la lluvia ya pegándole el pelo a la cara. Sus gritos de "¡Ezequiel! ¡Mi amor! ¡No me d

y la respiración entrecortada de mi madre. Mi hermoso vestido blanco se sentía pesa

s suave ahora, pero aún f

El aire estaba cargado de in

sa, lanzando piedras a las ventanas, dejando extrañas notas escritas a mano sobre "vidas pasadas" y "amor ete

s gritos, a veces incluso los sonidos de una lucha, desde fuera de nuestra casa. La arrastraba l

con la mandíbula apretada-.

tra puerta, sollozando. Ella se atragantó, farfullando, mirándolo con una mezcla de des

o, su rostro una máscara de pura furia. Observé desde la ventana cómo le hundía la cabeza en el macizo de flores lod

aliñada en eventos sociales, susurrando historias a oídos comprensivos sobre cómo yo mantenía a Ezequiel a

iva, dejándola allí durante horas a la vista de todos, con un letrero que decía: "La obsesión no es amor". La humillaci

daderamente rota -dijo, con voz pl

e. Desaparecía por unos días, solo para resurgir con más intensidad, má

llegó l

e de Ezequiel se había salido de la carretera. Un acc

ón, de la nube oscura que Isolda había arrojado sobre nuestras

pecho. Cuando llegué al hospital, la escena era caótica. Médicos y enfermeras pasaban

pitido rítmico de las máquinas llenaba la habitación estéril. Me sen

Luchó, lenta, dolorosamente. Entonc

lágrimas nublando mi visió

mirada en blanco

.. quién

No recordaba nada del accidente, nada de los últimos años. No recordaba n

rendentemente recatado, vestida con ropa sencilla. Habló en voz baja, su voz teñida de lo que sonaba c

aferró a sus palabras. La miró con una

tarde, su voz débil pero firme-. Dice que s

ra, que no le causara estrés. Así que observé, impotente, cómo Isolda tejía su red

olo unos meses, me c

al. Sus ojos, usualmente salvajes, ahora eran astutos y

voz goteando veneno-. Y te va a hace

instalarse en mi estóm

ablar conmigo a solas. Isolda convenientemente salió d

lda me lo ha contado todo. Cómo inten

é boqui

la fue la que irrumpió en nuestra boda

ó, sus ojos e

. Por tu egoísmo. Es hora

pad

l, no lo recuerdas. Es una

s entender con tu familia perfecta y tu vida fácil. -Se inclinó hacia adelante, su voz

a el Ezequiel que conocía. Este

amente. No era la violencia física que le había infligido a Isolda, sino una tortura psicológica mucho más insidiosa. Me aisló de mis amigos, controló

s reacciones con la supuesta devoción inquebrantable de Isolda. Me acusaba de ser egoíst

rápidamente bajo el estrés. Veía lo que estaba

rquestada por Isolda, escuché voces desde el est

añada, ¿no? -la voz de I

a de Ezequiel, plena y

pre ha sido tan ing

vo. Mi sangre se c

. Viste el amor real, la devoción real, ¿no es así? Algo que ella, con su v

ovista de calidez-. Pero es un amor débil, el amor de Brielle. Predecible.

de Isolda, sino para abrazar su peligrosa obsesión, para usarla como un arma contra mí. Había orquestado mi sufri

solda. Peor que el accidente de coche. Esta fue una crueldad deliberada y calculada

obsesión desquiciada de Isolda como la "máxima devoción", algo que sentía que mi amor genuino y estable nunca podría igualar. Mis fuertes lazos fa

olución fría y dura se cristalizó dentro de mí. El dolor era insoportable, una

de la chimenea, mi rostro sonriente

-susurré a la habitación vacía, las palabras sabiendo a

tos. Solicitaría el divorcio. Y luego, desaparecería. Me convertiría en un fantasma, imposible de encontrar, imposible de h

haría

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