icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Su amor de él, Mi infierno, Su justicia de ella

Capítulo 4 

Palabras:1857    |    Actualizado en: 17/11/2025

palpitaba la cabeza, me dolía el cuerpo y sentía la garganta áspera y raspada. Las

né, mi voz un

e rostro amable y ojos can

? Está despierta.

urgencia frenética en mi vo

zó, una mirada de profunda tristez

Tu madre falleció anoche. H

ril, de alguna manera lo hizo más real, más devastador. Un sollozo ahogado escapó de mis labios, desgarrando mi garganta en carne

el dolor y una terrible comprensión que amanecía-.

aciló, sus ojo

ue la condición de su madre era crítica cuando la encontraron, y de hech

bía permitido. Se había quedado de brazos cruzados y había dejado m

go más frío, más duro. Ya no era solo tristeza. Era rabia. Un infie

ado ese amor con traición, con crueldad, con la muerte de mi madre. Se

urro feroz, las palabras sabiendo a c

os los arreglos para mi madre sola. Nadie del lado de Ezequiel llamó, nadie ofr

es lejanos. Ezequiel e Isolda no se veían por ninguna parte. Probablemente estaban celebrando,

mi madre, contra mi pecho. Era todo lo que quedaba de ella. Mi

incipal todavía estaba astillada, la señal de la violencia que se había llevado a mi madre. Caminé a través

Se sentó en un sofá impecable, una isla intacta en el mar

voz desprovista de

urna con m

oz plana, conteniendo el torrente d

un sonido

bajo presión. Estaba angustiada. Tú, llevándola a tales extremos

é boqui

la casa de mi madre! ¡La atacó!

si discutiera un negocio-. Simplemente se estaba defendiendo a sí misma y a su reputación. Y en cuanto a los paraméd

solda. O fingía hacerlo. Ya no im

acia mí. Sostenía un do

tunado incidente, le concedamos inmunidad legal. Un perdón form

erré l

one a la mujer que

endo el documento-. Para todos los

nqué el documento de la mano, haciéndolo pedazos. Los fra

dio-. Nunca perdonaré a ese mons

uego se endurecieron en una furia fría. Me agarró del brazo, su aga

ar, Brielle -gruñó-.

ando ante mis ojos. Mi agarre en la urna se aflojó. Cayó con estrépito al suelo, la tapa se abrió. Las ceni

por el dolor, sino por el horror.

lo de algo parecido al arrepentimiento o al shock. Pero desapareció tan

-dijo, su voz rígida-. Esto es o

ón borrosa por las lágrimas de rabia y

penas audibles, ahogadas por la desesperación-

alegre, uno que reconocí de Isolda. Revisó la pantalla y su rostro se suaviz

a contestar la llamada, de esp

¿Estás bien? -Su voz rebosaba

eno a mi agonía, a la profanación de los restos de mi madre.

inmediato. No te preocupes, me encargaré de todo. B

eocupación por Isolda. Se volvió hacia mí, su ternura

si eso lo explicara todo-. Se sentí

go hacia las cen

su bolsillo, papeles de divorcio y otro perdón para Isolda-. Los firmarás. O me ase

é decir, señalando las cenizas derramadas-. ¿Cr

emente s

violentamente. Estás molesta. Lo entiendo. Pero n

or hacerle ver, por romper su delirio-. ¡Siempre

íbula s

e no lo habría comprobado? Isolda está esper

papeles a

as trabajar, no puedas tener un hogar, ni siquiera puedas comprar comida. Todo lo que tienes, todo lo que podrías esperar, desaparecerá. Y si te atrev

derramadas. Iba a rescatar a Isolda, dejarme limpiar los restos de mi madre y obligarme a firmar mi libertad y mi derech

us ojos fríos

esto. -Hizo un gesto alrededor de la habitac

emente mientras miraba el bolígrafo, luego los restos esp

lástico frío y duro. Miré los papeles de divorcio, el perdón

triunfalmente, una sonrisa

acer una tarea simple-. Ahora, li

quiera un destello de compasión por mi devastación. La puer

angre. La enormidad de lo que acababa de suceder, de lo que acababa de firmar, se estrelló sobre mí. C

ra imposible. Se mezclaba con la sangre, con el polvo, con los fragmentos destrozados de m

ancadas de mi alma-. Lo siento tanto, tanto. No p

mí. Este no era el final. Este era el principio. Pensaron que me habían roto. Pensaron que habían ganado. Es

Obtenga su bonus en la App

Abrir