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Secretos de la esposa olvidada: Ahora brilla

Secretos de la esposa olvidada: Ahora brilla

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1191    |    Actualizado en: 14/11/2025

to hacía tres años. Pero mientras yo marcaba frenéticamente a su celular, que se iba directo a buzón, él

por tres años, la benefactora secreta que con

ra un video de mi trauma más profundo y privado a todos los inv

el corazón destroza

ron que yo solo era una esposa pobre

nología a la que habían estado tratando de impresionar todo este tiempo

ítu

ista de El

secreto hacía tres años. Pero su celular se iba directo a buzón, justo cuando Aitana Anthony, m

. Se casa con un magnate de la tecnología. Parece que tu

culo social? Era invisible. Cada intento que hice por presentárselo a mi madre, para que viera al hombre que supuestamente me hací

el y repetitiva en la que yo

, su respiración era superficial. Sus ojos, usualmen

ible-. Mi niña. Solo quiero... con

is huesos. Era esto. La petici

léfono. Bruno. Tenía que encontrar a Bruno.

vez. Direc

veces. Buz

era vez.

tuvieron respuesta, tragadas

Estaba de pie junto a la cama de mi madre, las lágrimas corrían por mi rostro. Mi mirad

mioneta de lujo, una sonrisa venenosa pintada en su rostro.

iencia. Su voz, usualmente irritante, ahora estaba teñida de una capa extr

ano de mi madre apretó la mía. Mi atención e

. ¿No hay un esposo guapo corriendo a tu lado? Ah, espera. Eso es probab

Siempre sabía cómo g

vamente hacia el hospital-. Querida, Galilea, mi hermana, es la que se casa con la riqueza. ¡Una boda ex

as palabras flotaran en el ai

a de toda la ciudad. Un helicóptero privado, na

alor que se extendía por mi cara. Apreté más fuerte la

por segundo. Una sombra cayó sobre los terrenos del hospit

ando el aire en un vórtice violento. Era de Bruno. Lo sabía. La p

se encendió dentro de mí. Él venía. Tenía que ser. Se apresura

alivio, tan profunda que casi me dobló las rodillas, me invadió. No

biertos y triunfantes, fijos en el helicóptero. Saltaba sobre las

enéticamente-. ¡El esposo de Galilea! ¡El m

o un puñetazo en el estómago, me robaron el a

iunfante-. No por ti, Elena. Nunca por ti. ¿De verdad pensa

, tratando de encontrarle sentido a lo imposible. Bruno.

mpecable esmoquin blanco, una sonrisa radiante en su rostro. Extendió su mano, no hacia mí, no hacia mi madre

el que me había casado en secreto, se estaba casando con otr

orpresa en sus ojos, antes de que su rostro se quedar

rugido del helicóptero y el parloteo emocionado de los invitados a la boda. Sentí

lemente, buscó mi teléfono. So

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