Cuando el amor muere y los recuerdos se desvanecen
ista de So
al infierno y vuelto, soportando las burlas de Cora y las demandas insensibles de Cristóbal, todo por una promesa que él no tenía intención de cumplir. El aire estaba cargado con el olor de una fatalidad i
us brazos. La abrazó con fuerza, sus ojos brillando con una adoración que nunca me había mostrado. P
Cristóbal, me lanzó una s
su voz goteando una dulzura fingida.
na promesa silenciosa de más torm
rágil, su respiración superficial, estaba grabada en mi mente. No me importaba la victoria de Cora, ni la a
ó, sus ojos frío
ía. Tus servicios ya
ad que selló mi destino. Ni siquiera se molestó en preg
uerto. Era el hospital. Mi corazón se detuvo. Lo sabía. Antes incluso de contestar, lo sabía.
o siento mucho. Su a
aneció en un rugido ensordecedor. Mis piernas cedieron y me desplomé en el suelo pulido, el teléfono resbalando de mis
rostro en torrentes calientes y cegadores. "¡No! ¡Lo prometiste!
tido arrastrándose por el suelo sucio
ulpa! ¡Tú la mataste!
por agarrar, por sacudir, por hacerl
dió, su rostro to
r una escena? Mi secretaria acaba de confirmar que ni siquiera está l
s gritos desesperados. Sus ojos eran fríos, desprovistos
arsa, Sofía.
"¡Está muerta! ¡Realmente está muerta! ¡Por fav
te, el dolor me desgarraba, físico
ó, su rostro impasibl
re eres tan dramática. Está bien. Ahor
y se marcharon, desapareciendo entre la multitud de
más duras que las de la habitación del hospital, proyectando sombras largas y frías. Mi abuela yacía en una losa fría, su rostro pacífico en la mue
ta. "Lo siento mucho. Lo int
n cascarón hueco. Cristóbal no apareció por ninguna parte. Cora, por supuesto, estaba a su lado, haciendo alarde de su felicidad en lujosas fiestas
s por su "valentía", un coche de lujo por su "lealtad". Cada foto era un puñetazo en el estómago, un
tías y tíos sentenciosos, aparecieron so
ía Martha, su voz severa. "Ha envenena
abía ido. La última razón, la única razón por la que había soportado la crueldad de Cristóbal, se había ido. Las cuerdas que me a
. Era la decisión correcta. Este niño, concebido en la desesperación y el desa
anillo de diamantes en mi dedo, una jaula dorada en lugar de un símbolo de amor. Todo fue por mi abuela, un trato desesperado para ase
al; era mi declaración de independencia. Era libre. Libre de él, libre de las mentiras, libre del dolor. Finalmente, era verdaderamente
lejos de todo lo que me había causado tanto dolor. Un tranquilo pueblo costero, una pequeña cabaña, e
abuela, ni por mí, en los días posteriores a su muerte. Pero ahora, ahora quería hablar. Su mensaje
ela. Sé que estás sufriendo.
ra? ¿Cuando era demasiado tarde? Siguió con otro mensaje, in
e nuevo. Considéralo una ofrenda de paz. Vuelve,
o a la policía, que había causado la muerte de mi abuela, ahora me extrañaba. La ironía era
otro m
ieres tenerlo, podemos. Me encarg
era suyo? ¿Después de todo el dolor, la traición, el acto final e imperdonable de dejar morir a mi abuela? La
Y nunca habrá un 'hogar'
riqueza, los fantasmas de un pasado destrozado. Dejé el anillo de diamantes en su almohada, un círculo de metal frío y duro, un símbolo de todo lo que estaba dejando atrás. Salí al aire fresco de la mañana, cortando cada últ