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Ya no soy un mero número: Me elevo

Capítulo 4 

Palabras:1114    |    Actualizado en: 14/11/2025

rada. Ni una. Observé su espalda mientras se alejaba, la imagen grabándose en mi conciencia, una confirmación final y brutal. Sin impo

ales. Un dolor sordo palpitaba detrás de mis ojos, y mi cabeza estaba envuelta en grue

algunas laceraciones menores, pero estará bien". Hizo una pausa, consultando su porta

de golpe. Kael. Estaba en el umbral, una silueta

o, su voz cortante. "Y

igeramente de sorpresa, luego asintió,

len". Me dio una mirada compasiva mientras se ib

queña habitación, haciéndola sentir sofocante. Extend

oda?", pregunt

toque, una rep

es aquí, Kael? ¿Olvidaste asegurarte de que estuviera realmente mue

ndíbula tensándose ca

muerta, Bella. ¿O tienes a alguien más en tu vida a q

, dirigido directamente a la part

olor y en las garras manipuladoras de mi madrastra. Había construido muros a mi alrededor, ladrillo a ladrillo doloroso, pero Kael, a su manera retorcida, había encontrado las grietas. Había volcado todas

nte. ¿Crees que eres el único que importa? No eres más que un.

l me había herido a mí. Eran una mentira, pero una necesaria. Cualquier

lo había hecho. Conocía cada una de mis señales. Pero antes de que pudiera respon

ñorita Warren pregunta por us

Kael, una risa amarga bu

n. "Ve con tu angustiado amor verdadero.

ra fugaz cruza

me pidió que te viera, Bella",

ada y llorosa. Resonó en la habitación estéril, un sonido de desesperación absoluta. Me agarré la cabeza vendada, el movi

un silencio escalofriante. Mis ojos, desprovistos

dosamente elegida. "No estoy tan desesperada como para confundir una

ue ni siquiera me había dado cuenta de que estaban cayendo. Conocía mi orgullo. Sabía lo raramente que lloraba. Sabía cuánto debía estar sufriendo para dejar que él viera esto. Abrió la boca,

is lágrimas, calientes e interminables, fluyeron libremente, lavando los últimos restos de lo que pensé que teníamos. Pero eventualmente, incluso las lágrimas

, reflejando el dolor más profundo en mi alma. Escuché los chismes de las enfermeras, susurros sobre "el se

to a la cama de Alba, pelándole suavemente una manzana, su cabeza inclinada cerca mientras compartían una broma privada. La sonrisa de

e final y definitivo. Había hecho su elección, fuerte y clara. Cerré los ojos, un voto silencioso formándose en las profundidades de mi ser destrozad

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