Noventa y nueve veces, y nunca más
os fríos. Probablemente esperaba que llorara, que suplicara. Siempre m
gando en sus labios. "¿Haciéndote la difícil a
ión. No podía imaginar un mundo en el que
ente. "Alejandro, el vuelo de la señorita Carrillo desde Londres aca
lengua antes de q
buen humor desvaneciéndose. Me lanzó una mirad
echo. Ya n
itación del hotel sin decir una
como un fantasma. Este lugar nunca había sido un hogar. Era una jaula hermosa. Tomé solo mis pertenencias personales, dejando atrás las joyas, l
e la habitación se abrió de golpe. Alejandro
ó la habitación, me agarró del brazo y
", dije, mi voz peli
ruñó, tirando de mí hacia l
osa trofeo una última vez?", pregunté, luchando con
hiciste esto. Tú filtraste esas fotos mías y de Ju
ertada. "¿De qué
canal de noticias estaba encendido, la pantalla llena de una escena caótica en el aero
director general Alejandro Vargas han estado en
inente divorcio de su esposa,
andro y Julia, tomada hace años. Se veían felices, íntimos
ndo veneno. "Estabas celosa de ella, incluso de niñas.
fancia con demasiada claridad. Julia, la huérfana que mis padres habían adoptado por la bondad d
andes y llenos de lágrimas, diciéndoles a nuestros padres que yo la había empujado. Le habían creído, por supue
ntentado. Pero era imposible amar a una serpient
mi voz cansada. Había terminado de d
o mi maleta empacada junto a las escaleras. "¿Huyend
él me había comprado. Era elegante y recatado. El d
l nuevo álbum de Julia. Vas a estar a mi lado y sonreír. Vas a decirles a
ón era un sabor amargo en mi boca. Pero s
to a él, mi hombro rozando el suyo. Po
él, mirando por la ventana. Condujo en un tens
papel, Elen
mi lado, tomó mi mano. Me estremecí, pero me obligu
asi una actuación. "Vamos a mostra
ras eran cegadores. Puse una pequeña y educada sonrisa en mi rostro
lla agraviada en todos los sentidos. Cuando vio mi mano en la de Alejandro, su sonrisa angelical vaciló por un segundo. U
udas, que todo este c