Ya no soy prisionera, reina del juego
a mansión de casi mil metros cuadrados. En el jardín, bien cuidado, un hombre con un traje negro de corte perfecto estaba de
ett está aquí", dijo el chofe
con claridad al hombre que dominaba el mundo de los negocios como una tormenta. Treinta y tantos años, con una mandíbula cincelada y unos ojos penetrantes como l
resonó por la habitación como las cuerdas de un vio
dría un aspecto formidable. En cambio, la joven que tenía delante parecía desgarradoramente delicada, con una figura tan esbelta que rozaba la fragi
preguntó Aimée, levantando la barbilla
nesperada se curvó en
fría pantalla de las videoconferencias. Por muy sombría que s
on suavidad, cambiando de tema mientras
states es la urbanización más exclusiva de la ciudad. El jar
isa tranquila. "Entonces es tuya. Considéralo mi
ad en la vida, Aimée no había esp
tes tenía un valor de mercado de
spiración contenida, con las comisuras de los labios tensa
"La fortuna que me has hecho ganar desde la cárcel podría comprar diez mansiones como esta", dijo, con voz baja y ronca, m
a, pues ambos tenían la vista puesta
, Andrés se había sumergido en una despiadada guerra corporativa contra e
ijo ella en voz baja, levanta
ad de la suya provocó una breve y silenciosa corriente entre ambos. "Tu habitación está en el segundo pis
ón de la familia Bennett hervía de furia, el aire d
con la palma el reposabrazos de su sillón. El impacto sonó como un disparo. "¡Se negó a
e de seguir guardando rencor... por haber permitido que asumiera la culpa de Rylie", susurró con la voz ent
ilibrada con cuidado en sus manos. Tenía las pestañas húmedas y los ojos rojos. "Todo esto es
nrique y Sonya, para detenerla. "No estás en condiciones d
, mientras intentaba recordar pasándose una mano por el cabello. Una repentina chispa de reconocimiento parpadeó en
o se puso pálido como la tiza. "¿Por qué Aimée ten
obre la sala. Nadie se atreví
a sido una guerra fría desde hacía años, y si Aim
ldea olvidada y luego se pudrió en la cárcel tres años. ¿Cómo podría alguien como e
us ojos. En su mente, Aimée siempre sería demasiado insignificante como p
a más que suficientes trucos bajo la manga para m
no volvería a ve