Ya no soy prisionera, reina del juego
medidos, su mente ya ocupada en l
s palmadas secas. El silencio se llenó al instante con
ados, salieron del vestíbulo interior y se reuni
reflejaban años de disciplina. Hizo una elegante reverencia y, antes de hablar, se dirigió a Aimée con
s respondieron al unísono: "¡B
hacia Andrés, exigiendo una explicación en
me pero cargada de autoridad dijo: "Si los Bennett se niegan a rec
or recorrió su pech
antes de que los rumores se extendieran por los círculos de la alta sociedad de que había sido a
. Era una declaración -una afirmación audaz y d
taba bajo su expresión serena. No era tan ingenua como para creer que su amabilidad no tenía co
pacto no l
familia, Andrés, al menos, era u
finitivo mientras se ajustaba los gemelos. "Es de mi entera confianza". Di
a nuestro acuerdo...". Sin siquiera girarse, su voz baja y firm
la puerta se cerraba tras él. En segundos, el auto de lujo s
econstruyendo los pasos que te
eve reverencia. "El señor Reid preparó esto para usted". Vicki le extendió una
igero destello de divers
timaba en gastos cuando
on tacto. "Le he preparado un baño caliente. Cuan
sirvienta escaleras arriba, sus pasos reso
aroma floral del aceite de rosas se mezclaba con el suave y dulc
jos. Dejó que el calor penetrara en su piel mientras su mente rep
nació, se había puesto
, observando cómo Andrés desataba brutales guerras comerciales contra la familia Bennett. É
bía aposta
xactas que debía adoptar para evitar lo peor de la volatilidad. Como pago, Andrés movió infl
o multiplicar por diez esa inver
frutos con creces". Su voz se deslizó como un mu
milia Bennett y obligarlos a verla ascende
zaba su figura a la perfección. Los suaves rizos que enmarcaban su rostro le daban un aire de elegancia sin
rta admiración. "Señorita Bennett, e
ecesito que hagas algo por mí: averigua todo lo q
truir una nueva red. Si quería p
al se extendía sobre el suelo de mármol mientras cruzaba las puertas de vidrio de la tienda principal de LUMOS. Una
voz melosa se escuchó detrás de ella: "¡La
e aferró al brazo de Laurence, pestañeando mientras señal
edos por su cabello en un gesto practicado y afectuoso. "Adelante,
reglas y el cliente. "Lo lamento, señor", dijo con cautela. "Es
ajó un tono más frío. "¿Qué se supone que signi
suró a aclarar, con las manos
stirarse aún más, una voz femenina, frí