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Siete años, una mentira de cuatro años

Capítulo 3 

Palabras:1406    |    Actualizado en: 04/11/2025

El

nó la cocina. Pensó que estaba bromeando, siend

o, apretando mis hombros-.

de mis músculos que él, por una vez, pareció notar. Un destello de a

misa, mezclado con el aroma de los hot

e debajo de sus manos y moviéndome hacia la puerta. Necesit

to de Santa Fe? Dijiste que tenías que dejarlos en la

ba. Comprobando si mi rutina no había cambiado,

sin darme la vuel

egu

do al aire fresco de la mañana, jadeando c

prístinas torres de cristal y acero de la ciudad que había ayudado a dar forma desdibujándose tras mi

io arenoso y anónimo de casas de empeño y locales de préstamos. Me estacioné frente a

y una expresión practicada e indifere

ije, las palabras sintiéndose ex

a silla. -Le va a costar. E

fondo de emergencia que siempre había mantenido, una reliquia de mis días

un acta de nacimiento y un CURP impecables. La cara

a Be

n la intimidad de mi coche.

o, zumbando con la energía silenciosa de la tecnología de punta. Miró mi rostr

suavemente-.

de apadrinar a Kía, la colegiatura que pagué, la confianza que había depositado en ella. Le conté las mentiras de Bruno, la forma en que

a un monótono plano, recitando hechos, cada uno otra

silencio, su expresión una

dimiento.

sible un verdadero borrón y cuenta nueva. Crea un estado de neuroplasticidad temporal y aumentada. Ayuda al cerebro a aceptar una nuev

ha probado en un humano. Los riesgos son astronómicos. E

riesgo -dije

na decisión, estaba grabada en piedra. -Puedo hacer que sinteticen y envíen el suero.

uán

jo-. Lleg

El universo tenía un sen

-. Reservar

runo me estaba esperando, su rost

yéndome en un abrazo sofocante-. Tu celular estaba apagado, no

evolviéndome el estómago. -Se me acabó la bate

escudriñando mi rostro. -¿Una vuelta? ¿Todo el día? Pero..

o atravesó mi entumecimien

entira saliendo con facilidad-. Al refug

ro fue instantáneo y absolut

vuelvas a hacerme eso nunca más. Nunca, nunca me dejes. -Su voz estaba car

piedra muerta y pesada en m

n Kía en dos días. Tenía hasta entonce

la ciudad que Bruno nunca visitaría. Era una argolla de platino simple y elegante

sintió extraño, mi mano d

ije al joyero, colocando el an

os. -¿Fundirlo? Señora, esta es una pieza hermosa. Platino,

. Funda la argolla de platino hasta convertirla en un b

sinato. Pero la mirada en mis ojos, y el efectiv

entro había un único diamante perfecto y un pequeño y feo bult

acionadas en la entrada, sus luces parpadeando. Bruno estaba en el jardín

a un profundo alivio. Corrió hacia mí mientras salí

brándose. Los policías y nuestra empleada dom

-pregunté, mi cuerpo

... Pensé... -Enterró su rostro en mi cuello,

batería -dije, apartándome

ada? -preguntó uno de los o

ando. Solo necesitaba un poco de espacio. -Se volvió hacia mí, sus ojos suplicantes-. Pero p

al. Casi tenía que a

posaron en la pequeña

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