Siete años, una mentira de cuatro años
El
nó la cocina. Pensó que estaba bromeando, siend
o, apretando mis hombros-.
de mis músculos que él, por una vez, pareció notar. Un destello de a
misa, mezclado con el aroma de los hot
e debajo de sus manos y moviéndome hacia la puerta. Necesit
to de Santa Fe? Dijiste que tenías que dejarlos en la
ba. Comprobando si mi rutina no había cambiado,
sin darme la vuel
egu
do al aire fresco de la mañana, jadeando c
prístinas torres de cristal y acero de la ciudad que había ayudado a dar forma desdibujándose tras mi
io arenoso y anónimo de casas de empeño y locales de préstamos. Me estacioné frente a
y una expresión practicada e indifere
ije, las palabras sintiéndose ex
a silla. -Le va a costar. E
fondo de emergencia que siempre había mantenido, una reliquia de mis días
un acta de nacimiento y un CURP impecables. La cara
a Be
n la intimidad de mi coche.
o, zumbando con la energía silenciosa de la tecnología de punta. Miró mi rostr
suavemente-.
de apadrinar a Kía, la colegiatura que pagué, la confianza que había depositado en ella. Le conté las mentiras de Bruno, la forma en que
a un monótono plano, recitando hechos, cada uno otra
silencio, su expresión una
dimiento.
sible un verdadero borrón y cuenta nueva. Crea un estado de neuroplasticidad temporal y aumentada. Ayuda al cerebro a aceptar una nuev
ha probado en un humano. Los riesgos son astronómicos. E
riesgo -dije
na decisión, estaba grabada en piedra. -Puedo hacer que sinteticen y envíen el suero.
uán
jo-. Lleg
El universo tenía un sen
-. Reservar
runo me estaba esperando, su rost
yéndome en un abrazo sofocante-. Tu celular estaba apagado, no
evolviéndome el estómago. -Se me acabó la bate
escudriñando mi rostro. -¿Una vuelta? ¿Todo el día? Pero..
o atravesó mi entumecimien
entira saliendo con facilidad-. Al refug
ro fue instantáneo y absolut
vuelvas a hacerme eso nunca más. Nunca, nunca me dejes. -Su voz estaba car
piedra muerta y pesada en m
n Kía en dos días. Tenía hasta entonce
la ciudad que Bruno nunca visitaría. Era una argolla de platino simple y elegante
sintió extraño, mi mano d
ije al joyero, colocando el an
os. -¿Fundirlo? Señora, esta es una pieza hermosa. Platino,
. Funda la argolla de platino hasta convertirla en un b
sinato. Pero la mirada en mis ojos, y el efectiv
entro había un único diamante perfecto y un pequeño y feo bultacionadas en la entrada, sus luces parpadeando. Bruno estaba en el jardín
a un profundo alivio. Corrió hacia mí mientras salí
brándose. Los policías y nuestra empleada dom
-pregunté, mi cuerpo
... Pensé... -Enterró su rostro en mi cuello,
batería -dije, apartándome
ada? -preguntó uno de los o
ando. Solo necesitaba un poco de espacio. -Se volvió hacia mí, sus ojos suplicantes-. Pero p
al. Casi tenía que a
posaron en la pequeña