icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
El amante que se convirtió en mi asesino

El amante que se convirtió en mi asesino

Autor: Gavin
icon

Capítulo 1 

Palabras:1667    |    Actualizado en: 15/10/2025

tar. Le di ocho años de mi vida, construí su imperio ladrillo por ladri

udiante de arte, me hiz

tores sacaba a nuestro bebé de mi útero. Escuché

ré -susurró él, su voz vacía de toda emoci

esecharan. Mi último pensamiento fue que yo solo era la reina q

mis ojos se abr

as al volante. La fecha en mi celular se grabó a fuego

el sacrificio. Esta

ítu

"Nata" R

Vega, mi hombre -el padre del hijo que llev

adas como las suyas. Yo era su estratega, su ejecutora, su otra mitad. Recibí balazos por él, literalmente. La cicatriz pálida y plateada sobre mi clavícula e

lirios y acuarelas i

tarde a casa. Su celular, que antes dejaba descuidadamente en la mesita de noche, ahora siempre estaba en su bolsillo, con la pantalla hacia abajo. Me sonreía, pero la

inocente y una complexión frágil que parecía que una ráfaga de viento podría partirla en dos. Las fotos me revol

ndo, Marco, conf

e, jefa. Le paga la colegiatura, le manda flor

o las rosas. El penthouse era una de nuestras propiedades seguras del cártel, un lugar que yo misma había aprobado para activos

ue sabía hacer. E

a. Atada a una silla, parecía solo una niña asustada. Pero

había visto dirigir a nuestros enemigos. Ni siquiera me miró. Sus ojos estaban fi

tada fue tan fuerte que mi cabeza

ido bajo y peligroso. Sostuvo a la chica llorosa contr

n el aire, una sentencia de muerte p

aba revelar en el aniversario de nuestra sociedad. Pensé que nos uniría,

quiv

la sonrisa más fría que jamás le había visto. Me elogió por mi iniciativa, me dijo que había he

zo efecto r

octores estaba de pie sobre mí, con un bisturí brillando bajo la luz t

ía de toda emoción-. Te dije que ella e

mientras el doctor me abría. El dolor era cegador, una agonía al rojo vivo que lo consu

el si

nó, su rostro a ce

que la amenace, la destruiré. Inc

mente y se dieron

a sus hombres que se habían reunido en las sombras

lación, mi último pensamiento coherente fue amargo. En su mundo, Alejandro era un rey. Yo solo era

uri

y cegadora. El chirrido d

aferradas al volante. Mi corazón latía como un tambor contra mis costillas, mi cuerpo b

uirúrgicas. Busqué a tientas mi celular. La fecha en la pantalla se grabó a fuego en

s esperaban mi señal. Adentro, Sofía de la

o del llanto de mi bebé, los rostros lascivos de los hombres de

tra v

un sacrificio

n profunda y temblo

-dije, mi

de Marco crepi

a unas cuadras de su departamento. Borren las grabaciones de s

cio.

ten

neutralizada. Ahora, la otra. La pequeña e inocente que crecía d

an mientras buscaba en Google el número de l

ría que Alejandro rescatara a su damisel

o con mis p

eco. Alejandro saltó antes de que se detuviera por completo, su rostro grabado con un pánico que nunca antes

he, y justo antes de entrar, levantó la vista, sus ojos escudriñando la oscuridad. Por un segundo aterrador, pensé que me había visto. Su mi

ra para un enem

ompió en un millón de pedazos más. Los vi alejarse, un

ños, la lealtad, el amor que pensé qu

una eternidad, el aire frío de la noche calándome hasta los huesos. Luego, con una resolución

la ll

-dije, mi voz inquietantement

ado. Mi vida como Natalia Ríos, su reina, ha

rev

último pedazo de él de mi cuerpo y de

Obtenga su bonus en la App

Abrir