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El amante que se convirtió en mi asesino

Capítulo 2 

Palabras:1666    |    Actualizado en: 15/10/2025

"Nata" R

o que esperaba pudiera lavar la suciedad de mi vida pasada. Me acosté en la mesa, el papel crujiendo debajo de mí, y por

o que había sido tan brutalmente asesinado ante mis ojos... sería una piedad evitar

rte estruendo resonó en el pasillo, seguido de gritos. La p

jan

más allá de mí, a los doctores, sus ojos desorbitados con un terror frenético

or el cuello de la bata-. ¡Sofía de la Vega! ¡La trajer

e detuvo. ¿S

eñaló con un dedo vacilante hacia

irugía. Estamos tr

contra el cristal reforzado de la puerta del quiró

os doctores de este hospital a esa sala ahora mismo, o quema

octor hacia

ase!

s extremidades se sentían pesadas, mi visión se nublaba en los bordes. A través de la neblina, vi cómo el

plemente me dej

í, incluso ahora, Sofía era lo primero. El mundo se doblegaba a sus necesidades. Ale

o. Había sido reemplazado por este monstruo, este extraño que me dejaría yacer

el borde de mi visión se acercaba. Mientras me dormía,

s emboscara. Había recibido una puñalada en las costillas destin

eso, Natalia. No t

ra de mi primera vida, el recuerdo de él de pie sob

eemplazabl

o por uno porque no habían logrado detenerme de

del bebé, los rostros

Tanto

tan cegadora, que me robó el aliento

ia se pasó! -gritó una enferm

tro. Podía sentir los instrumentos fríos y afilados dentro de m

! ¡Ya casi

as. El dolor era insoportable. Era un castigo, una penitencia. Era el eco de

amente, el mundo se

a raudales por la ventana, pero no sentía más que un frío hueco. M

aja y cargada de asco-. Ha estado sentado fuera de la habi

unté, mi voz un

vimos c

ie

a cabeza, su man

irle que estabas embarazada, que eras tú

los

ba preocupado por ella. Simplemente lo habría visto como otro de mis "trucos". Otro intento de llamar s

do recibiste esa bala por él? Se sentó junto a tu cama durante t

uerto -dije, mi voz p

más leal, lo más cerca

rte. Una nueva identidad. Consígueme un boleto de ida a alg

ojos tristes p

argaré

Quema todo. Mis archivos, mi ropa, cualquie

rtirme en u

erdos que se habían convertido en veneno. En todo ese tiempo, Alejandro no había llamado. Ni una sola vez. Ni un solo mensaje. Era como si ya hubiera dejado de existir. Una

l suelo crujió en el pasillo. Me quedé helada. Era un fantasma, pe

ras me levantaba, algo afilado y acre fue presionado sobre mi boca y nariz. Cloroformo. Mis músculos se aflojaro

rte misma, solo para ser d

húmedo. Me palpitaba la cabeza y una nueva ola de dolor irradiaba desde mi abdomen inferior. Me levanté, mi cuerpo gritando en protes

, vaciando el escaso contenido d

de la delgada puerta de

-preguntó, su t

ar. Uno de sus lugartenientes-. ¿Está seguro

hes tienen consecuencias. Esta es una lección de lealtad. Cuando esté lo suficientemente asustada,

Esto no era un castigo por ir tras Sofía. Esto era un castigo por

a armarme para que fuera su muñ

del fondo, mi corazón martilleando contra mis costillas

ó, forcé mis ojos a abrirse, trat

amente de una fría indiferencia a una de preocu

brazos-. Lo siento mucho, mi amor. Me acabo de enterar. Atrapamos a los

tra mi cabello. Todo era una mentira. Una obra enferma

enrojecidos, inter

usurré, mi vo

oz cargada de falsa emoción-. Vamos a casa

enterré mi rostro en su pecho, mi cuerpo temblando con una rabia silenci

ón que estaba apren

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