El amante que se convirtió en mi asesino
"Nata" R
o que esperaba pudiera lavar la suciedad de mi vida pasada. Me acosté en la mesa, el papel crujiendo debajo de mí, y por
o que había sido tan brutalmente asesinado ante mis ojos... sería una piedad evitar
rte estruendo resonó en el pasillo, seguido de gritos. La p
jan
más allá de mí, a los doctores, sus ojos desorbitados con un terror frenético
or el cuello de la bata-. ¡Sofía de la Vega! ¡La trajer
e detuvo. ¿S
eñaló con un dedo vacilante hacia
irugía. Estamos tr
contra el cristal reforzado de la puerta del quiró
os doctores de este hospital a esa sala ahora mismo, o quema
octor hacia
ase!
s extremidades se sentían pesadas, mi visión se nublaba en los bordes. A través de la neblina, vi cómo el
plemente me dej
í, incluso ahora, Sofía era lo primero. El mundo se doblegaba a sus necesidades. Ale
o. Había sido reemplazado por este monstruo, este extraño que me dejaría yacer
el borde de mi visión se acercaba. Mientras me dormía,
s emboscara. Había recibido una puñalada en las costillas destin
eso, Natalia. No t
ra de mi primera vida, el recuerdo de él de pie sob
eemplazabl
o por uno porque no habían logrado detenerme de
del bebé, los rostros
Tanto
tan cegadora, que me robó el aliento
ia se pasó! -gritó una enferm
tro. Podía sentir los instrumentos fríos y afilados dentro de m
! ¡Ya casi
as. El dolor era insoportable. Era un castigo, una penitencia. Era el eco de
amente, el mundo se
a raudales por la ventana, pero no sentía más que un frío hueco. M
aja y cargada de asco-. Ha estado sentado fuera de la habi
unté, mi voz un
vimos c
ie
a cabeza, su man
irle que estabas embarazada, que eras tú
los
ba preocupado por ella. Simplemente lo habría visto como otro de mis "trucos". Otro intento de llamar s
do recibiste esa bala por él? Se sentó junto a tu cama durante t
uerto -dije, mi voz p
más leal, lo más cerca
rte. Una nueva identidad. Consígueme un boleto de ida a alg
ojos tristes p
argaré
Quema todo. Mis archivos, mi ropa, cualquie
rtirme en u
erdos que se habían convertido en veneno. En todo ese tiempo, Alejandro no había llamado. Ni una sola vez. Ni un solo mensaje. Era como si ya hubiera dejado de existir. Una
l suelo crujió en el pasillo. Me quedé helada. Era un fantasma, pe
ras me levantaba, algo afilado y acre fue presionado sobre mi boca y nariz. Cloroformo. Mis músculos se aflojaro
rte misma, solo para ser d
húmedo. Me palpitaba la cabeza y una nueva ola de dolor irradiaba desde mi abdomen inferior. Me levanté, mi cuerpo gritando en protes
, vaciando el escaso contenido d
de la delgada puerta de-preguntó, su t
ar. Uno de sus lugartenientes-. ¿Está seguro
hes tienen consecuencias. Esta es una lección de lealtad. Cuando esté lo suficientemente asustada,
Esto no era un castigo por ir tras Sofía. Esto era un castigo por
a armarme para que fuera su muñ
del fondo, mi corazón martilleando contra mis costillas
ó, forcé mis ojos a abrirse, trat
amente de una fría indiferencia a una de preocu
brazos-. Lo siento mucho, mi amor. Me acabo de enterar. Atrapamos a los
tra mi cabello. Todo era una mentira. Una obra enferma
enrojecidos, inter
usurré, mi vo
oz cargada de falsa emoción-. Vamos a casa
enterré mi rostro en su pecho, mi cuerpo temblando con una rabia silenci
ón que estaba apren