Atrapada en un matrimonio mafioso
e Ale
é en el
e agua estaba sobre la mesa junto a mi cabeza. Una concesión. No habían llamado a
po gritando en protesta. Dante estaba
apeles, su rostro una más
ientes
-pregunté, mi voz un susurro
una táctica tan ant
qué está
para ver si me quedo. ¿Qué hará falta para q
Seraphina apareció en la puert
dedo. -Hizo un puchero, mostrando su mano, ah
vantó, murmurando palabras tranquilizadoras, y la sacó de la habitación sin siquiera mirarm
lor. Solo un vasto y vacío paisaje dentro
invitados llenaban el salón de baile, sus risas resonando en los pisos de mármol. Eran la gente de Dante: subjefes,
ga, lo suficientemente alto para que yo lo oyera-. El Don cla
regalos. Un brazalete de diamantes. Un coche deportivo, las llaves presentadas en un cojín de terciopelo. Nico estaba a s
i rostro era una
arrebato. Mi indiferencia era una r
hampán y atención, se deslizó hacia
un regalo, Ale
para ti -dije,
edor de mi cuello. Era un relicario, delgado y gastado. Dentro había una peq
u voz volviéndose in
vamente
N
había acercado, sintiendo una nueva oportunidad par
suave, pero contenía la orden
rándose por primera vez en semanas-.
iéndose al círculo-. Don Dante puede comprar
te crueles, me golpearon má
ra. -La paciencia de
e mi cuello. La fina cadena cortó mi piel, dibujando una delgada líne
a de esa escalofriante pos
grimas finalmente nublando mi vis
e algo en sus ojos, no arrepentimiento, sino un destello
intió a
tu
apl
mpleaños,
a fue un s
ahora? ¿Es e
te y cruel extendiéndose por su rostro. Lo dejó caer al suelo de mármol. Y luego
sonó en el repentino sil
sperado por salvar los pedazos aplastados de mi madre, de mi pasado. Los bordes
su agarre como h
tás haciendo
acunando el relicario arruina
hizo -dijo, su voz de
n fue más impactant
bajando a un susurro peligroso que era so
El juego había alcanzado un nuevo nivel de depravación. Y supe, con