Despertar a la traición de mi esposo
ista de Al
edán negro de Damián, viendo el paisaje familiar de la ciudad deslizarse por la v
r, sus ojos llenos de una mezcla desesperada y empalagosa de culpa
copiloto, era una presenci
iendo una mano en su brazo-. ¿Podemos parar en ese lug
ián al instante, su mano cubrien
Jimena le encantaban. A los que yo era alérgica. A los que él me
o tarde. Sus ojos se dispararon de nuevo al e
comprar algo para ti tamb
la cabeza para mirar por la ventana, el refle
la pastelería de
o -dijo, prácticamen
ambió. La fachada de dulce e inocente de Jimena se cayó como una piedra.
goteando desdén-. No creas ni po
ija en el tráfico que pasaba. Mi silencio pa
ante enorme, mucho más grande que el que Damián me había dado, brillaba burlonament
en un único punto de rabia al rojo vivo. Mi mano se movió antes de que siquiera lo pensara. El cha
, una huella roja floreciendo en su piel. Sus ojos se
unda y desgarradora. Esta era mi vida ahora. Peleando con mi propia hermana por un hombre que no no
ta a un cuadro de furia congelada. Jimena tenía lágrimas corriendo por su rostr
jos saltando entre nosotras-
ba preocupado
on un dedo acusador-. ¡Sin ninguna razó
reocupación era toda para mí. Intentó tomar mi mano, pero la aparté
ntrañas. Le entregó a Jimena su caja de macarron
queña sonrisa esperanzada en su rostro-. Latt
ramelo. Siempre había pedido un simple americano solo. S
to. Me había borrado de su memoria tan
delicado bocad
dose para besar su mejilla, sus ojo
pequeña y amarga risa que s
ora casa de dos pisos que habíamos comprado juntos, la que había pasado
, mi corazón latiendo un ritmo nervioso contra mis costillas. Levanté la man
O DEN
trónica fue otra b
lado, buscando a
as estabas... fuera -tartamudeó, con el rostro
lo suficient
pulgar perfectamente cuidado
O CON
se para revelar el hogar que una vez fue mío. Una
anita -dijo, su voz gote