Embarazada, Traicionada y Buscando Mi Venganza
de E
uego, saqué mi laptop y comencé a actualizar mi currículum, aplicando a cada bufete de abogados de primer nivel que una vez h
n número desconocido. Casi lo ignoro, pero una
e. Arturo Montenegro. E
mañana de invierno. No hubo saludo, ni preámbulo-
respuesta. La
citación. Sabían. No estaba segura de qué sabían -sobre la clínica, sobre m
a a cenizas en la sala de espera de esa clínica. Una extraña y helada calma se apode
, generalmente bullicioso con el personal, estaba quieto. Todo el clan Robles estaba reunido en la sala de estar formal: Arturo en s
gesto de íntima familiaridad, estaba Sofía Karam. Llevaba un vestido de cachemira
ma cuando entré. Era la misma mirada t
de elegir un sillón directamente frente a Arturo, obligándo
largó, denso de
te cinco años, Eliza -dijo finalmente Leonor, s
sanchó. Apretó afectuosam
tu tiempo y... servicios. Te daremos un cheque por cien millones de pesos. A cambio, firmar
io que le ponían a cinco años d
zó a resquebrajarse, reemplazada p
voz firme, sin traicionar la agitación
plicara todo-. Se casarán el próximo mes. Maximiliano tien
berado y calculado. Sentí que aterriz
ije, mi voz bajando de ton
sionado por la furia, pero una conmoción en la puerta la
está en camino, señora.
ó una mirada con Arturo. Esto no era parte de su p
os dos corpulentos guardias de segu
stán demasiado cerca del camino principal. Verá su coche. Llévenla a
e. Sabía de mi miedo infantil a los perros, un miedo tan severo que era casi una fobia. Una h
n se encogió con un terror que era completamente ajeno a
¡No lo
bien cuidado. Los ladridos comenzaron incluso antes de que llegáramos a la puerta de hierro forjado de las per
or a animal y tierra húmeda era abrumador. Tres dóbermans negros y elegantes comenz
ocedí lentamente, mi alien
llos se
antorrilla. Grité, tropezando hacia atrás, cayendo con fuerza sobre el suelo fan
y dolor, escuché su voz. Maximiliano. Me e
? ¿Está
primaria surgió a través de
-Max, cariño, ¿qué pasa? Vi su coche irse cuando llegué.
. El mundo con
estaba teñida de una incredulidad que destrozó lo que
ó Sofía-. No es una de nos
, el murmullo de sus voces desvaneciéndose m
cre
o de vacilaci
mundo se disolvió en un vórtice de dolor y ladridos y el sonido
-