Los pecados de mi marido, la venganza de mi corazón
de nuestro primer hijo y mi esposo, Andrés, ad
el nombre de otra mujer contra mi piel. Era Karla, la jov
as intrigas de Karla se volvían más despiadadas. Me drogó, me en
después de que Karla fingiera un a
feteó. Luego, obligó a una enfermera a sacarme sangre para
ir mientras corría a su lado. Sacrificó a nuestro hijo, que
do, reemplazado por un monstru
pital, hice dos llamadas.
idad de nuestro acuerdo prenup
el hombre que me había amado
como el hielo-. Necesito tu a
ítu
ista de El
mancha de pintalabios ni un mensaje de texto sospechoso; fue un
en casa, se la pasaba viendo videos viejos míos en su teléfono: videos de nuestra luna de miel, de antes de que mi vientre se hinchara con nuestro hijo, antes de que mi cuerpo s
s en una pantalla. Yo empecé, con movimientos lentos y deliberados, tratando de demostrarle qu
pasión y más como desesperación. Sus manos se movían sobre mí con una famili
nes aquí -murmuró, sus labios trazando
edé h
tengo ning
e de
s. -Presionó sus labios en el mismo lu
ndicionado. Estaba equivocado. Estaba tan seguro, y aun así, completamente equivocado. Era un detalle que
mblando ligeramente-. Míram
onido de nuestra respiración en la habitación silenciosa. Luego
sí, mi du
ación. El mundo se tambaleó sobre su eje, el sonido se desvaneció en un
ar
con fuerza. Lo tomé por sorpresa, su cuerpo cayó hacia atrás de la cama con un golpe seco
el abdomen. Jadeé, encogiéndome, la traición
rl
e Beaumont, salvando mi carrera de implosionar hacía solo tres meses. Andrés había insistido en "apadrinarla" como agradecimiento personal, una forma de pagar la
ega? ¿Cómo había confundido a
uesos llegó ahora a mi cora
que llamaba. Confundida, me di cuenta de que debía estar conectado al coche. Debió de pulsar el
aznó, con la
ergencia del auto. Recibimos una notifi
Solo... me caí de la ca
ted? ¿Está su esposa
, convirtiéndose en el tono suave
ntiendo. Mintiéndole a un extraño sobre que yo estaba aquí mismo-. ¿Pued
uminó en la mesita de noche. Lo miré fijamente, con el corazón m
léfono, su voz teñida de
ta descansar, sobre todo ahora. Por favor,
ándose la nuca. Miró alrededor de la habitació
fono se iluminó de nuevo. Esta vez, cont
El
oy a
en su voz-. Bebé, ¿estás bien? Tuve un mal sueño y
de conmoción y dolor. Una llamada discreta a un contacto de seguridad que había utilizado para proyectos corporativos me había dado acceso a la transmis
la voz hueca-. Solo t
¿Está bien el bebé? ¿Tomaste tus vitaminas prenatales? Recuerda lo que dijo el Dr. Evans s
urla cruel. Me había amado, sabía que lo había hecho. Me había abrazado durante los abortos espontáneos, celebrado mis triunfos y be
antasma. O tal vez
abras desgarrándose en mi
rne viva-. Por supuesto que te amo. Más que a nada en el mundo. Justo estaba pe
mi monitor sonó y se abrió. Karla Cárdenas salió. Estaba hablando
eléfono, su voz audible incluso a través del al
voz de Andrés era
esperando,
rré de vuelta, con los o
lg
vestíbulo y salió por las puertas principales. Un momento después, el sedán negro de Andrés se detuvo e
r a dónde iban. A nue
había sido una mentira. Una mentira hermosa, intrincada y devastadora. Recordé la forma en que siempre era tan cuidadoso conmigo,
ando su verdadera pasión, su dese
tor de bebé, la que estaba conectada a la cámara de nuestra habitació
Karla en la habitación, sus bocas ya unidas.
na está dormida e
ra áspera, hambrienta-. Es tan in
ere? -preguntó Karla, sus m
aunque lo hiciera, ¿qué haría? Está embarazada.
ido de un alma rompiéndose. No solo me estaba engañando. Estaba usando a nuestro hijo, nue
a, las lágrimas corriendo por mi
rimas finalmente se secaron, reemplazadas por una resoluc
ol salía sobre la ciudad, no fui a c
ad de mi acuerdo prenupcial -dije, con v
esta vez a un número que
Garza, p
a voz familiar y profu
El
emoción-. Necesito tu ayuda. Necesi