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Los pecados de mi marido, la venganza de mi corazón

Capítulo 3 

Palabras:1301    |    Actualizado en: 29/09/2025

sta de Andr

abiertos. Estaban fijos en mí, pero estaban vacíos, desprovi

rándose-. Bebé, estás despie

nte su mejilla, limpiando una lágrima que

uave, algo para ayudarla a dormir, para calmarla después de la escena en el café. Karla había sido tan insistente, tan angustiada. H

cuerpo temblando con sollozos fabricados-. Tuve una emergencia de última hora en el trabajo. Tuve que irme. Cerré la puerta del estudio sin pens

derla. Ni ahora. Ni nunca. Ella era la esposa perfecta, la madre perfe

nte firme. El silencio se alargó, denso de acusaciones no

esía favorita y le conté historias de nuestros momentos más felices. Fui el marido perfecto

cina de Londres. Una crisis que

o su frente-. Solo por unas horas.

asintió, con lo

ontrarme con Karla. Me estaba esperando en

ndrés -susurró, con

nfante me recorrió. Yo, Andrés Navarro, era lo suficientemente poderoso, lo suficient

i mano instintivamente y

ó incluso a mí-. Nuestro bebé. -Lo tendría todo. La esposa perfecta y la

mbra en el pasillo. No vi a Elena de pie allí, su rostro una

ista de El

cuando le dije que estaba embarazada. El mismo asombro tierno, el mismo orgullo posesivo. No era único. No

cho añicos irreparables, de alguna maner

ó. Un mensaje de

y moderna de vidrio y acero. Mi diseño. Una galería de arte privada en

gar para exhibir mi arte. Y pronto, un lugar para q

or mí. Tomé un taxi, mi voz mon

llí. Estaban reunidos alrededor de Karla, riendo, felicitándola, tocando su vientre. Todos lo sabían. T

, dándole una palmada en la espalda-. Debe ser un niño. ¡Ten

tud rugi

un brazo protector alrede

r a mi esposa feliz durante el día, pero mis noches...

os sonidos que ella hacía. Detalles íntimos de su aventura, se

itud. Era una pieza personalizada que había traído de Italia. Conocía sus de

abrestante de mantenimiento escondido detrás de una c

chasquido nauseabundo. El enorme accesorio

directament

miradas se encontraron a través de la habitación abarrotada. El pánico brilló e

El

hilló. Un sonido agudo

drés vaciló. Se

igió

onsumió. Lo último que vi antes de que la oscuridad me envolviera fue a Andrés, pr

gido ahogado. Estaba en una camilla. Andrés sostenía

édicos, con voz frenética-. ¡Revísen

arme en la camill

frente a la camilla. Su rost

mente herida -dijo un paramédico, tr

mi cuerpo golpeando el frío suelo de mármol con un impacto discordante.

inconsciente Karla en sus brazos-. Encárguen

rpo roto yaciendo en un charco de mi pr

dos. El hombre que había amado, el hombre con el que me había casado, el padre de mi hijo, acababa de d

s que amaba se había ido de verda

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