Mi cuento de hadas destrozado: Su cruel traición
ista de So
idente. Helena se siente fatal. -Le acarició el pelo mientras ella hundía la cara en su pecho, sus hombros temblando con lo que yo s
odía comprar mi silencio, comprar mi perdón, tapar la herida abierta y s
, explotó en una supernova. Quemó mis lágrimas, mi dol
e Helena resonó en el silencio atónito de la capilla. Su cabeza se giró bruscamente, una marca de mano roja fl
so Julián. Me miraron como si me hubiera salido una segunda cabeza.
tras apuntaba un dedo tembloroso hacia Hele
nsformó en una furia atronado
gió a sus guarda
nes vacilantes. Habían trabajado para Julián durante años.
temblando de furia-. ¡Háganlo! -Me señaló-. H
onido cru
rme? Prefi
un hombre pequeño y calvo,
, esta es una casa de Dios
etrocedió físicamente y se fundió de nuevo en las so
-dijo Julián, su voz peligr
rada con todo el odio de mi
le las
intercambiaron una
zó uno de ell
ajando a un frío ártico-. Es un inconveniente. Ha
istente que tuvieran hacia mí. Me agarraron los brazos, sus agarres despiadados. Luché, p
al rostro que una vez amé más que a la vida misma, y no vi nada más q
Dudó una fracción de segundo, sus ojos suplicándome que simplemente dijera la p
nc
tro asentimi
inatori
sa capilla. Una agonía como ninguna que hubiera conocido me recorrió la pierna, a
otra pierna. Otro crujido, otra explosión
nzaban frente a mis ojos. A través de la neblina de dolor, vi a Julián darme la espalda. Condujo su
e le oí decir antes de que la o
espalda. Julián lo había visto desde el otro lado de la sala. No levantó la voz. No hizo una escena. Simplemente se acercó, tomó la mano del hombre y le dobló los dedos hacia atrás uno po
esivo y amoroso. Había estado dispuesto a romper
n mis propias piernas en una capilla,
, no era una línea en absoluto. Era un acantilado. Y Julián acababa de arrojar