Sacrificó todo por un hombre desalmado
Liquidé mi empresa y le entregué toda mi herencia p
pabellón de hospital infantil- para construir condominios de lujo para su amante,
scuché las palabras que hicieron
ión -le susurró Dante a Karla por telé
io que había hecho en una debilidad. El hombre cuyo nuevo imperio se construyó
choques, intentando dañar a nuestro hijo no nacido. Cuando Dante me encontró destrozada en el
e calmó de una forma espeluznante. Él pensaba que yo no era nada
ítu
ta de Bárbar
nte Montenegro, y él me lo agradeci
del altavoz del teléfono, un delgado hilo de cordura en el silencio estéril de
a de un negro crudo e implacable. Representaba el fin de todo lo que yo e
a de lo que pretendía-. Constructora Montenegro
firma de arquitectos en bandeja de plata para que la fusionara con su empresa en q
que me arrastraba hacia una decisión que, en el fondo, sabía
ara mí que para ella-. Esto es por
ada con un escepticismo que me negué a r
semana pasada, el lugar donde una vez estuvo el pabellón del Hospital Infantil San Judas Tadeo. El pabellón que mis padres, dos de los
unfo. No me lo había dicho. Había orquestado la demolición a mis espaldas, un acuerdo secreto c
ho, su voz suave como piedra pulida-. Tus pad
ara niños enfermos- y la había convertido en escombros para una mujer co
salvé su empresa la primera vez no había sido real. Se había agriado hasta convert
ra? ¿Si
cia, un espacio hueco en mi pecho que nunca había sanado. Se habían ido. Y la
ro ronco. La tinta sangró de la pluma sobre el pa
hacerlo. Puedes i
a y amarga que sonó
abes cómo es. Me cazarí
o de tu vida? ¿Para qué? ¿Para un hombre que te engañó
empresa -dije, mi voz endurecién
s de la mesa hacia mi abogado, que
xpliqué, mi mirada fija en los papeles que sellaban mi
nto. Cuando volvió a hablar, su voz es
s rompería el corazó
azó un camino frío por mi mejil
cayendo de mis dedos entumecidos-. Murieron el día