Demasiado tarde para su perdón
Garz
tuvo en sus manos. Había etiquetado a la universidad, a su departamento y a varias figuras pro
director de tesis, el
ías, mi enfoque único sobre la degeneración celular. Había leído borradores de esa misma t
spuestas en vivo con Isabela, la farsa se vino abajo. No pudo responder las preguntas más simples sobre
. La sección de comentarios de la transmisión en vivo e
nera, todo est
agarró del brazo, sus dedos clavándose en mi carne. El mundo se inclinó, mi visión se lle
corazón. ¿Cuándo se habían vuelto tan cercanos él e Isabela?
e sufrimiento, su delicado cuerpo sacudido por sollozos teatrales, puntuad
respiración era superficial y entrecortada. Sus ojos estaban fijos
habitación y me e
Diles que la tesis era suya desd
jada de la verdad, que todo lo que pude hacer
ara de la medicina moderna. Había pasado incontables horas conmigo en el laboratorio, empujándome,
ían detectar un fraude a un kilómetro de distancia. Sabían que la persona que escribió esa
Alejandro fue aguda, un lat
ación girando a mi alrededor. Mi cabeza palpitaba, un dolo
n su espalda, un suave apretón en su hombro. ¿Cuándo se había transfor
terminar una carrera antes de que siquiera comenzara. Y Alejandro,
las sábanas del hospital que sabía que estaban en mi f