Las manos de ella, la traición de él, el imperio de ella
nos más cotizadas de la Ciudad de México. Mi prometido, Rodrigo, me había sacado
"lujo" en su salón que me dejó las manos con quemaduras químicas deva
a de miel a Los Cabos para sentirse mejor. En nuestra cena de ensayo, cuando Carla insinuó que yo misma me había lastimado para llama
bamos, yo no recibiría nada. Pero el golpe final llegó la noche antes
.. no t
n la oscuridad. Mi amor por él había sido una estrategia de supervivenci
nada más que mi pasaporte e hice una llamada que no había hecho en quince años. Una hora después
ítu
miraba sus m
el gritaba. Una quemadura química y profunda que h
sfixiada por ella. Una carrera de diez años como una de
e y cerrarse. Pasos pesados y
de guapo que hacía que el mundo se inclinara a su paso. Había sido todo mi unive
ombre que me había prometido una vida
, apenas frunc
tó. Su tono era casual, como
un nudo en
aron el anuncio de los diamante
s de pesos.
o por su cabello perfecto. Fue un
po, Clara. No es
son mi mund
o. Caminó hacia el bar y se sirvió un whisky-. Hablé con Carla. Se s
rl
rla Montenegro. Su novia de la preparatoria. La d
trella -dije, con la voz temblo
irarme. Sus ojos estaban fríos-. ¿Vas a arruinar su n
químico en mi piel. Estaba defendiendo a
qué? -s
o de su whisky. Me miró, s
igo. Vas a
n hecho. Como si su presenc
ar mis mano
guridad de sus palabras se sintió c
mi piel ya no
na al