Las manos de ella, la traición de él, el imperio de ella
borde de su cama y miró el anillo de comp
ates que normalmente atrapaba la luz
stal. Una promesa hermosa y pesad
. Tenía los nudillos hinchados por la herida, y el
a mesita de noche y cerró la tapa. El suav
tos enmarcadas de ellos juntos: riendo en Valle de Bravo, esquiando en Aspen, sonrien
vida compartida. Estaba enterrando
e su primer año en la Ciudad de México. Ella tenía dieciocho años, él veinticuatro. Estaban
te de basura de la coc
no pudo soltarla. Ese
rialdad en sus ojo
izó boca abajo sobre un
ando una melodía. La encontró en el sofá, mi
abeza-. Arreglé todo con el seguro del salón. Cubrirán tu
sí mismo. Había re
ma. No el
oran... bueno, Carla está tan destrozada por esto. Se ofreció a venir conmigo a Los
se movió.
anza se convertía en polvo. Él estaba p
herida. Simplemen
nalmente notándola-. ¿Te
ó con la
só con una pastilla
esto. Necesit
pastilla blanca en
a tragó con el agua. La pastilla
versión de la histo
distante. El dolor en su pecho era agudo y