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Su Heredero, Su Huida

Su Heredero, Su Huida

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2021    |    Actualizado en: 19/08/2025

nológico Damián Ferrer, de la miseria. Nuestra histo

ra un embrión creado por él y mi peor enemiga, implantado en mí sin

ar, dejando que pereciera por negligencia médic

erró en nuestra mansión, prisionera en una jaula de oro. Me sujet

médico solo para recordarme quién tenía el control, s

ado; había asesinado a mi

por quinientos millones de dólares y un plan para desaparecer. En la cubierta del superyate

a. Creería que había llevado a su espo

viera

ítu

de la ruina. Esa es la histo

, su expresión una mezcla de curiosidad y cautela. Estábamos en un salón priv

ran Damián Ferrer durante tres años cuando él

a mí. La historia era cierta. Yo había hecho t

cer un tra

. Era el mayor rival de Damián en el mundo de la tecnología,

escu

or ciento de particip

ruzó su rostro. El treinta por ciento era una participac

cambio? -pregunt

de dólares. Y que me

comparado con el poder que le estaba ofreci

sapa

e ayudes a fi

ático y oportunista director general estaba, por primera vez desde que l

á en algún tipo de problema? Hay otras formas de terminar u

, disuadirme de un prec

rá -dije, con la voz pla

constante. La forma en que sus ojos se oscurecían si hablaba con otro

eba que me hice hace dos días. Pensé en la alegría cegadora en el rostro de

é en m

ticas que le hice a Damián, rogándole que usara su influencia, que le c

mejor atención, Amel

resultado de una negligencia médica. Nunca llamaron al especialista. Damián había estad

preparatoria, la mujer cuya avaricia familiar había llevado el negocio de mi propio p

golpe físico que

mente antes de forzarla a estabilizarse. Lo miré directamente a los ojos, dejando que v

mesa. Un acuerdo preliminar

dinero en una cuenta offshore para el final del día. Y quiero un pla

ojos escaneando el text

su teléfono. Volvió a mirarme

en este teléfono desechable. -Deslizó un pequeño teléfono negro sobre la mesa-. Mi equipo

i las gracias. Esto no era un favor. Era

mi esposo, lo oí preguntarle a su asistente: -¿Por

respuesta. Yo

jo que lleva

podía agarrar el volante. Logré conducir unas cuantas

umbaron. Un sollozo brotó de mi garganta, crudo y agonizante. Me desplomé sob

onía que

o un hombre, sangrando en un callejón detrás de mi food truck, golpeado y abandonado a s

etida er

é mientras me contaba sus sueños de recuperarlo todo. Sus ojos ardían con

tenía en apoyarlo mientras él reconstruía su imperio desde mi pequeño d

la calle. Me miró entonces, con los nudillos ensangrenta

era protección. No lo vi

rques, en medio de una calle concurrida. Cada vez con un ani

e afecto. Me llamaba su reina, su salvadora. Construyó una narrativa para el mund

erfecta. Y él era

de trabajo se hicieron más largos. Su tel

resión en su rostro era de puro triunfo. La expresión en el de Damián

rme. Tant

en el aeropuerto y me llevó de

divorcio. Hizo que in

adoramente tranquila mientras me inmovilizaba cont

ancia en la cocina. Me golpeé la cabeza. En e

Un bebé. Quizás un bebé arreglaría esto. Quizá

nto. Prometió terminar las cosas con Krystal. Pr

a min

éfono con su médico. Yo estaba en el jardín

dijo el médico-. La ma

me invadió. Se

la señorita Cárdenas -dijo Damián-. Ella es el recipiente perfecto. Fuerte. Sa

cipiente para el hijo d

tambaleó s

de mi madre. Su crueldad casual. Su negativa a ayudar. N

se agrió hasta convertirse en algo frío y du

ventanilla de mi coche

eló la

Da

rostro una máscara cu

, del color de un mar torment

-Su voz era baja,

ire -dije, mi corazón lati

tar en casa hace una hora

a traición. Hace un año, me habría vuelto loca por calmar su

n

diciéndole a un abogado inhabilitado que yo era su propied

a sostuve, mi silencio

ón. Se acercó a través de la ventanilla, su mano acariciando mi mejilla. Su tac

cansada

voz goteando falsa simpatía-. Y sé que no he estado... pres

, suavizar los bordes afilados d

arganta, pero la ahogué. Tenía que i

ión en mis ojos. Me incliné hacia su

n, Damián

riunfante y posesiva

a casa,

la de oro que él llamaba nuestro hoga

a dejar esta vida. Y

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