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Su Heredero, Su Huida

Capítulo 7 

Palabras:1248    |    Actualizado en: 19/08/2025

iblemente familiar. El olor a antiséptico, el pitido rítmico, e

do mis signos vitales. Tenía

eñora Ferrer -dijo suav

ronca. Era la primera pregun

nto mucho. Hicimos todo lo que pu

as había sido minucioso. Habían usado bolsas de sangre teatral y tenían un médico de guardia, listo para cre

egunté, mi voz temblando. Nece

en la sala de espera toda la noche. Se ha negado

Por favor. Todavía no. Déjeme ser yo quien

a esposa afligida tratando de retrasar el dolor inevit

quedé sola co

estaba arrugado, su cabello era un desastre y sus ojos estaban

ctuación

do a mi lado. Intentó tom

se por su rostro-. Acabo de hablar con el médico. Dijo que

ones, pero Damián había pasado por encima de ella. Tenía sus propios médicos en este

ncorrecta. La gente de El

calibrar mi

icia maravillosa -dije, f

asustado. Cuando te vi allí tirada..

, pero giré la cabeza.

Nunca debí haberte dejado. Fue un error. Krystal... es un desastre. Pero ya no es

a promesa vacía.

o que una sola lágrima rodara po

án. Solo por unos días. Volvamos al yate. Solo nosotros dos. S

su arrogancia, con su creencia d

uminó. Lo vio como una victoria, u

o, besando mi frente-. Haré l

ripulación era mínima, solo un capitán y un marinero, ambo

almohadas. Habló sin cesar sobre el futuro, sobre los nombr

iendo, mi corazón un bloque de hielo e

día, sonó s

almente contestó, de espaldas a mí. Por sus

empre había

una mezcla de fru

rarme-. Es una emergencia. Kr

a misma mentira. Siemp

o protesté.

mi voz tranquila y

Gracias por entender, Amelia. Volveré

ero ya estaba descendiendo para r

pareciendo en el cielo azul, supe

nológico Damián Ferrer salva a la atribulada socialité Krystal Cárdenas de aparente intento de suicidio". Había fo

l mom

oro que había puesto en mi dedo todos esos años atrás. La últi

le contaba todo. Sobre el aborto espontáneo del que no sabía. Sobre el trato con Elías. Sobre el hecho de que sabía que

poniendo, pintando el cielo en tonos ardient

rápida me esperaba, una pequeña manch

ulmones. Por primera vez en años, sentí una

a la bar

de noche, se envió una señal si

acercaba. Estaba volviendo. Tal como Elías había predicho

masiad

azo a la vida que e

nces,

urificador. Al salir a la superficie, jadeando

en la puerta abierta.

s, el mun

negro que se elevaba hacia el cielo crepuscular. El sonido fue ensordece

o. Y encontraría las muestras de sangre y la tela chamus

rta. Creería que había

e había lleva

envolviéndome en una manta cálida, miré haci

eza. No sentí

absolutam

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