El Beso de la Serpiente: La Venganza de una Esposa
lo reco
romesas significó
ar estar en la misma habitación con ellos,
e crees
rró sobre mi brazo, sus d
que te di
ira aguda y cortante que solo había
í. No has
de náuseas
ramé café en uno de los libros de texto de Ximena. Ella había llorado, y él me había obliga
millación, me quem
Tan harta de
tro", susurró una voz fría en mi c
o sabía que poseía,
e qu
endida en el aire. Su rostro e
iempre me había derretido con su
ión se en
tigo, Sofía? -dijo, su voz peligro
isa corta y
Santiago. Creo que yo he sido d
gado, era como si un inter
ctos casuales, las bromas intern
uedaban l
nte recuperarlos. Me había tragado cada insulto,
un amor que nunca
emada viva en un incendio
asador, de mi piel derrit
etorcido por la rabia-. Eres nuestra hermana adoptiva. Te di
acorralándome c
ra te consideremos. El testamento dice que tienes que casarte con
e me escupía
mi voz temblorosa pe
su papel. Tiró de la manga de Bruno, con lo
izás debería
-dijeron los tres casi al uníso
bra bien
acariciando su cabello. Las palabras eran pa
s sentimientos por Ximena eran diferentes, que
tir
profunda que era casi pacífica. Fin
luz parpadeante y la advertencia del ama de llaves destellando en mi mente. El enorme candelabro de cr
aron los tres h
muro humano entre ella y el peligro, b
a atr
andelabro rompiéndose, ca
or. Una sensación aguda y
ché por mirar hacia arriba, mi
a neblina de a
de Ximena, que estaba perfec
-preguntaba Santiago, sus man
s muy abiertos. Luego su mirada se des
que parecieron rec
rostros una confusa mezc
runo, arrodillándose a mi lado-. P
an conf
o colateral en su
do su sol, su lu
envió una nueva ola de agonía a través de mi pecho
on en los ojos. No podía levantarm
ó a oscurecerse
des
iago, con el ceño fruncido, una extrañ
, llamando mi nombre con un
So