Cenizas a Fénix: Un Amor Renacido
rostro triunfante. -¿Ves? Siempre no
l vestido roto como símbolo de su dignidad destrozada, el aire fresco de la noche un beso cruel en sus cic
ero con ella en una fiesta. Julián, con calma pero con firmeza, había escoltado al hom
a ido. O tal vez n
lestó en llamar a un coche. La larga caminata por las calles de la ciud
do una camioneta oscura se detuvo bruscamen
er? -gruñó
oscuro. El hedor a basura llenó sus fosas nasales. Un hombre la estrelló
iento caliente y fétido-. Estela Monte
perra llena de cicatrices co
esionales, sus golpes precisos y brutales, destinados a herir pero no a matar. La arr
jo uno de ellos, escupiendo cerc
u corazón. Con un gemido, sacó su teléfono. Le temblaban tanto las manos que le costó tres intentos mar
eclaración. Les reprodujo la grabación de los matones mencionando
moretones y vendas, cuando Julián finalmente apareció
Acabo de enterarm
ma, tratando de tomar
ridad-. Le corté las tarjetas de crédito y la envié a la haci
esperando
tela? -preguntó A
o nada que ver con esto. Fue todo Jimena. So
uerza que no sabía que tenía-. Los hombres que me atacaron. Dijero
tos bruscos y autoritarios. El chico encantador e inmaduro se había i
con qué lidiar? Mi hermana es un desastre, la prensa se está dando un festín
palabra fue una b
a discusión-. Ya hablé con la policía. El reporte ha sido ret
aba protegiendo su mundo, y ella solo era
teléfono. La pantalla se ilu
uficientemente fuerte como para que Alba la oyera-. E
ntáneamente volvió a ser su protector, su héro
dirigió a
ez que le pedía algo. Su voz era pequeña, ro
a. Por un solo momento que le paró e
ia forzada. -Alba, tengo que irme. Estela está aterroriz
f
l, el sonido resonando en
ravés de la suciedad de su mejilla. Luego otra. Pronto, estaba ll
a. Y ahora, finalmente, ell