Escapando de Su Obsesión, Encontrando el Amor
ica al hacerse añicos reson
pareció
o en el suelo. La pequeña bailarina se habíaas intentaba recoger los pedazos. Eran dema
levándose una mano a la boca con fa
rvió dentro de mí. Me abalancé sobre ella,
e de eso
cón se enganchó en la alfombra
o! ¡Alejandro, me
movimiento. La vio en el su
o, tirando de mi
ra! -gruñó-.
as que barrieran los
me sujetaron con fuerza. Observé, impotente, cómo barrían el
a hurgar entre los desperdicios, ignorando los posos de caf
lgo pequeño y duro. Lo saqué. Era el
de la puerta-. Hurgando en la basura como el ani
último hilo de mi
manos cerrándose alre
ostro a centímetros del suy
rtos con miedo real por primer
un instante, apartándome
ijo, su voz terriblemente tranquil
acia sus gu
la sala de
pequeña habitación insonorizada en el sótano que había construido para "curar" mi desafío. En el centro de la
s escalones de concreto. Lu
ro frío me heló la piel. El
ra fría y dura. Valeria se asomaba por detrás de é
rdón a Val
a -es
guardia en el p
ruptor s
rrotó. Apreté los dientes con tanta fuerza que pensé que se romperían. Un
mo comenzó. Me desplomé contra
ón -repiti
mi cuerpo temblando
al inf
ió de
. A través de la neblina de agonía, vi destellos de una vida diferente. Alejandro
os eran una
e detuvo. Apenas
iciente -dijo Alejandro, s
hacia lo
su habitación. Cierr
e arrastraron escaleras arriba y me arroj
llí, cada centímetro de mi cuerpo doliendo, y lloré. No por el dolor, sin