Sus abortos, su oscuro secreto
i habitación; yo misma
mudar sus cosas -dije, mi voz extrañame
rtada en minutos. Las cosas de Adriana fluyeron para reemplazarlas. Mantas rosas, una
zada, un árbol genealógico con los nombres de Alejandro, Adriana y un
a una habitación pequeña y oscura al final del pasillo. No me molesté en desempaca
cena, hubo un suave golpe
dulce como el veneno. Me tendió una pequ
to e inocente, y sentí n
rque mis padres y mi esposo quieren que
, su sonrisa
ndido la lección. Solo quiero que seamos
la mano, su agarre so
or, solo
otamiento. Discutir er
seda, había una fotografía vieja
ue mis padres le habían pagado para que desapareciera. El hom
mí, su aliento fétido, regres
blemente. Con un grito ahogad
o agudo y teatral de dolor y tropezó hacia atrás
e y mi madre corri
al lado de Adrian
é pasó? ¿E
rar, señalándome con
... para darle las gracias..
n dificultad, mis
-jadeé-. La foto... e
andro se frunci
estás hablando? D
por la desesperación. Señalé la
runció el ceño, dándole la vuelta en sus manos
o para qu
e un hombre de mediana edad y ros
uerza. Era imposible. Lo vi. Sabía lo que vi. Pero la
bió, secánd
mente-. Debí haber puesto la foto equivocada en la c
da, tan genuinam
ndro se suavizó co
driana, su voz ganando fuerza-. Quizás... quizás solo est
. Era su ar
diendo la cabez
aciencia se había agotado. Ayu
ficiente,
ia Adriana, s
los, Adri. Está cla
los ojos de mis padres. Era pura,