Coma, crueldad y la traición de Caleb
brazos y torso estaban cubiertos de vendas, con
silla junto a la ventana, s
e equivocaste? -preguntó, sin un
rganta demasiado ir
-continuó, su voz baja y peligrosa-, las co
, demasiado cans
iley entró, con una sonr
cho de que estés bien!
sonrisa se convirtió en una mueca de desprecio. Sus dedos, ocultos a la
r me atravesó. Grité y l
gen perfecta de inocencia herida. Cayó a
-sollozó-. ¡Solo i
sionado por la rabia-. ¡Eres una ingrata y
porte del suero y arran
rientes. Puedes quedarte aquí
con una mirada tan amenazante que se congeló. Él era
la con el dolor punzante y el goteo
sin recibir nada más que agua. El
día, Damiá
e -dijo-.
aniversario del falso "accidente". El
un cementerio. Me condujo a tre
Federico Ríos.
illas -
las estaban débil
er -dijo, su voz plana-. Te arrodillarás en este camino
ey me dej
mis pantalones y luego mi piel. Al principio no
aban vivas y bien, probablemente disfrutando de un día en el spa. Repetí las palabr
griento y destrozado. Damián regresó, con una expresión
asa -dijo, y se fue, dejándome va
o fui
a oficina administr
la vista, sus ojos se abrieron
a? -preguntó, s
sar del dolor-. Me gustaría
a sorp
un fa
rectamente
Par
o de hacer más preguntas cuando la p
e de tormenta. Había regresado por alguna
aciendo? -exigió, su v