Coma, crueldad y la traición de Caleb
séptico. El dolor, agudo e insistente, irradiaba desde mi
, escuché voces justo
ción cerebral. Estará bien -la voz de Fernando era tensa, lle
-la voz de Damián era más fría-. Es
la habitación. Era un hombre mayor con ojos amables que
ijo suavemente-.
donde Damián y Fernand
r con su fami
la de Dami
o que sea que tenga que decir
as dudó, lu
son menores. Pero... mi examen rev
go de radiogra
r de pulmón avanzado. Ha he
suspendidas en el ai
min
fría que se apoderaba de mí. Era como
n se
o está tratando de llamar la a
asintió d
ha sido d
ba que esta noticia, esta tragedia innegable, rompiera su furia justici
cando cualquier señal de
da. Solo un
o de Damián. Respondió, su tono cambi
Qué pasa? ¿
por un
te preocupes, estar
volvió haci
á asustada.
a puerta sin s
e-. Señor Ferrer, esto es serio. Necesitamos discu
n por encima del hombro-. Fer, quédate aqu
go se
puerta, con los brazos cruz
acia mí, su rostro lleno
uimioterapia para controlar el dolor,
é? -pregunté, mi
emente-. Necesita decírselo us
rga escapó d
taría si me estuviera murien
uida por la apresurada partida de Damián para
-dije, mi voz plan
la finalidad en mis ojos. Me dejó con una receta
mis huesos se agudizó y respirar se convirtió en un esfuerzo m
Fernando llamó. No p
mana. Sal del hospital y vuelve a
a no había terminado. Mi sufrimien
i
ro de mí. Si me querían de vuelta, volvería. Le
ctor. Surtí la receta para un mes de los opioides más fuertes que me dar
e leal solo a Damián,
tada antes de entrar. Ha estado en un hospit
ron a un gran baño junto al garaje. Llenaron una
rdenó una
golpearon los cortes sin cicatrizar de mis brazos y piernas, una nueva ola de fuego.
áscaras profesionales quebránd
mián se posaron en la sangre en el agua, y por una fracción de s
nando le puso una
án -murmuró, su voz baja-
nuevo, el breve momento de humanid
las sirvientas, su voz desprovista de tod
me casaría dejarme sangrando en una tin
ota risa escapó
o por los gérmen