De Salvador a Acosador Obsesivo
privada de César Elizondo
se sentía como la llave de una jaula de oro. Caminé por su silen
ierta, revelando a César de rodillas, aferrando una mascada de seda lavanda. Se
ono vibró. Era Kendra. "¿César? Suenas... agitado". Él espetó: "¿Qué quieres?". Ella preguntó si los rumores de nuestra boda eran ciertos.
eron como una broma gigante y humillante. Recordé cómo mi padre trajo a Kendra y a su madre a casa después del funeral de mi mamá,
, creyendo que era especial para él. No era un sant
ó entre los escombros de mi corazón. Llamé a Helena, con la voz rota por los sollozos. "Se acabó. Ya no lo
ítu
privada de César Elizondo
ántico del mundo. Ahora, solo se sent
me calaba a través de mis delgados zapatos. No se suponía que estuviera aquí. C
ante semanas. Era una sensación que no podía ignorar, una sospecha susurrada por los mayo
a saber l
a mis costillas. Me dirigía a su oficina, el único lugar que mantenía
ido ah
entraba por los ventanales del balcón. Me quedé helada, llevándome la mano a la bo
César que yo conocía. Había ropa tirada por el suelo y el aire estaba
estab
sa de diseñador estaba desabotonada, su cabello, usualmente p
olor lavanda que nunca antes había visto. Se
aba to
sus labios. Era un sonido de pura
voz áspera por un an
e me heló e
Mi her
iciendo
ascada. Kendra la había usado en un evento de caridad la sema
Se extendió por mi pecho, congelando mi co
e que creía un santo, puro e
e no me de
para no caerme. Tenía que salir, huir antes de que me vi
eder, un paso si
no, sobre la mesit
entos bruscos. Conte
ado". Era la voz de Ken
te cortante, fría, completamente diferente a los sonido
eocupación en su tono. "Dicen que nuestra querida Abril le está co
rudo de asco salió de
am
golpeó como
a palabra una daga. "Estoy harto de sus patéticos intentos de
toleras para acercarte a mí. Y para obtener la aprobación total de
voz plana. "No puedo espe
Kendra. "Pronto obtendrás lo
mada t
ción, roto solo por mi prop
rme. Mi padre. Mi hermanastra. El hombre que amaba. To
las que me había aferrado como a un salvavidas, todo
tonto y desesperado, se sintieron
pia madre. Mi mamá había muerto de un infarto fulminante; el shock de ver a su esposo exhibiendo públicament
i madrastra, una maestra de la manipulación, esparció rumores de que yo era salvaje y promiscu
gnoraban en casa. Mi vida era u
pareció Cés
mando vino en mi vestido y burlándose de mí. César había intervenido. No dijo mucho, s
de luz atravesa
entud en un monasterio, un devoto budista que solo había regresado a la vida secular para hacerse cargo del imperio
tan densa qu
mis labios, sonando extraña y en
a un hombre obsesionado
a industria, incluso tratar de vestirme de una manera que pensé que le gustaría. Una vez me puse un vestido revelador en una fiesta, con l
ada. Pensé que él estaba por
lemente no se sent
s. Me di la vuelta y corrí. No sabía a dónde iba, solo l
cedieron, desplomándome en el césped perfectamente cu
ando, el mundo gira
ra y afilada, se formó entre
dedos temblaban. Encont
brazo. "¿Abril? ¿Qué p
o arrancado de mi garganta.
a, feroz y protectora. "Bien. Nunca t
dorso de la mano. "Cómprame un boleto de a
ún? ¿Q
lo estoy dejando a él. Estoy dejando toda esta maldi
¿estás s
calma apoderándose de mí. "Voy a e
na broma. Estaba hart