De Salvador a Acosador Obsesivo
el grito frenético de
nitor cardíaco era un ritmo constante a mi lado. Helena dormía en una silla, con el rostro pálido y manchado de
ra poderosa, más que capaz de rastrear la señal d
ían sa
í, sus ojos se abrieron de go
zcla de alivio y furia. "¿Quién te hizo est
ojos. "Fue César", susurré,
Golpeó con el puño el costado de la cama
", siseó. "Voy
rprendentemente firme
r, pero vio la mirada en mis
icos. Mi espalda era un mosaico de vendas, y los médicos dijeron
a cama, apoyándome pesadamente en Helena. Cami
y Ke
el regazo, pálida y frágil. César la empujaba, su expres
ismo hospital. Kendra, por
ra tan cruda, tan cruel
ñido bajo escapó de sus labios
tra dirección, pero me mantu
amos, César levantó la vista. Sus ojos, una vez
", espetó, como si mi sola
tás haciendo tú aquí, pedazo de mierda? ¿Cuidando a esta zorrita fars
on. "Cuida tu boca, Helena. Esto
go!", replicó ella. "¡Last
ena y la empujé suavemente. Miré
oz goteando sarcasmo. "Enviar hombres a azotar a
nte. "Me secuestra
? ¿satisfacción?- cruzó su rostro. "Te lo merecías.
tigo l
as y supurantes. Tendría cicatrices de po
do, armándo
con toda la fuerza que
mejilla resonó en el silencioso pasillo.
Una huella de mano roja floreci
propio cuerpo, agravando las heridas en mi espalda, pero apenas
temblorosa pero clara. "Me me
su rostro, la primera grieta que h
César", dije. "Durante tres años, fui cieg
áscara de furia. Dio un paso
a. Se arrojó frente a mí,
fermeras y otros pacientes. "¡Miren todos! ¡El magnate tecnológico Césa
miraba, s
", dijo Helena,
ie, la huella de mi mano como una
ecogió un ramo de flores que había
su talón, pero su voz fue suave cuando l
os, fríos y llenos de un odio ase