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De Prisionero a Fénix: Su Arrepentimiento

Capítulo 4 

Palabras:1059    |    Actualizado en: 06/08/2025

i voz un graznido seco. Era verdad. La noche de l

rme y me perdí", mentí, evitando s

asustaste tanto". Me atrajo en un abrazo, su agarre fuerte y posesivo. S

sus polluelos. Me preparó un baño caliente y me dejó un conj

o en el pequeño departamento. Hizo mi sopa favorita, la que siempre hacía cuand

il, completamente a gusto en esta pequeña y miserable cocina, interpre

do", dijo, acerc

cabeza. "No t

, pero había una orden subyacente. "Te lle

ingún lado", dije

gó a salir por la puerta. Su agarre en mi brazo e

con copas de cristal y meseros en esmoquin. El tipo de lu

ra nosotros", dijo, llevándome a u

orizonte de la ciudad. Una sola mesa estaba puesta para d

, su sonrisa llena de falsa generosi

mbre", repetí, mi estóma

tás molesta por lo de anoche? T

n", mentí, aparta

n. "¿Qué pasa? ¿Tienes frío?". Se quitó la chaqueta y la puso so

ción. Una hermosa

uave. "Iré a buscarte un medicamento a

a frente

rrumbé en el lujoso sofá, mi cuerp

alboroto en la puert

señora! ¡Está reserva

camino!", espe

furiosa, su rostro una máscara de furia. Estaba fl

os se abrieron con incredulidad antes d

"¿Qué estás h

en el suelo de mármol. "Damián me dijo que te había man

para hablar. Solo la miré, a la mujer

erdad? Patética". Se acercó más, mirándome con desprecio. "Déjame dejar esto m

ndo a ceniza en mi boca. Era una mentira construida

da se contorsionó

s casados", dije, un p

sta en escena. Por un momento, un destello de duda c

muerta. Murió en un accidente de coche hace años.

Pensaba que yo estaba fingiendo ser l

a sus guardaespal

n tajante, avanzaron y me agarraron de los

haciendo?", grité, l

la silla destinada a Damián, cruzando las piernas e

dijo con frialdad. "Denle una paliza. Y cuando terminen, rómpan

el pánico creciendo en mi

as leyes son para la gente pequeña. Mi familia e

mones y puntos negros bailaron en mi visión. Me golpearon una y otra vez. El dolor

renda cortó la neblina. "Ponte de rodillas y

erno", escupí

de rabia. "¡Rómpanle

un tornillo de banco. Empezó a doblarla hacia atrás. Ap

á aquí!", gritó un me

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