La herencia de la Reina
e cuidados, con árboles que se extendían hacia el cielo como si quisieran tocar las nubes. Las columnas de mármol y las paredes blancas reflejaban la luz del sol, creando un halo casi celestia
cio, regresar allí significaba enfrentarse a un pasado que nunca había tenido la oportunidad de comprender. Esa mansión era la misma que había visto desde su ventana, a lo lejos, cuando era niña. La casa que su madre nunca le había pe
estuviera entrando en un mundo que no le correspondía. Sin embargo, no tenía más opción que dar ese paso. El aire era fresco, casi gélido, y a pesar de que el sol brillaba con fuer
mo un eco en sus oídos, como si estuviera entrando en un lugar sagrado, lleno de secretos que nunca debió descubrir. Estaba a punto de enfrentar la ver
decorada con muebles antiguos de madera oscura, cuadros de paisajes europeos que parecían cobrar vida bajo la tenue luz de los candelabros. Había u
inclinación de cabeza. Era como si el tiempo no hubiera pasado, como s
ta Gómez -dijo con
a perdida, como una intrusa en ese lugar, y sin embargo, algo dentro de ella la empujaba a seguir adelante. Era
onseguía calentar el aire frío que dominaba el lugar. La familia Renier, por supuesto, aún no estaba allí. Ella sería la primera en llegar, y en ese tiempo, tendría que asimilar la magni
mo si todo estuviera diseñado para impresionar y asombrar. Pero detrás de esa belleza, Valeria percibió algo oscuro, algo que no podía
de cabellera oscura y porte impecable. Alejandro Valenzuela. El joven CEO de la cadena hotelera, cuyo nombre resonaba en los círcul
erable bajo su mirada. No era simplemente su presencia lo que la hacía sentir incómoda, sino el aura de poder que irradiaba. En él, Valeria veí
ndiendo su mano en un gesto de saludo-. Es un placer conocerla
o con la suya. La sensación fue extraña, como si estuviera toc
, intentando sonreír, pero sin poder ocul
era tan sencillo como lo parecía. No era solo un encuentro cordial entre dos desconocidos. Para él, ella era p
nvitación que una obligación-. Tienes mucho por conocer, y la verdad, no me gustaría que te si
conocía, pero que ahora le tocaba afrontar. La mansión era un laberinto de pasillos y habitaciones lujosas, todas decor
n había sido construida generaciones atrás y de cómo la familia había crecido hasta convertirse en una de las más influyentes del país. Pero Valeria no
n a los jardines. Aquí, Valeria se sintió un poco más cómoda, al menos c
una mesa de madera noble en el centro de la sala-. Pero aún hay mucho por de
olo se encontraba ante una mansión imponente. Estaba en el umbral
hacia un mundo que nunca creyó que formaría parte. Y ahora, más que nunc
tar a