La Curandera Sin Poder
iente, Emiliano
a el campo reseco. Su contacto, que antes me ofrecía una
da, sin devol
do en mi cuello. "Quizás deberías descansar. Le pedir
té suav
oy b
ignorarla. Su mente estaba en o
intentó ser amable. Me sirv
n los mangos," dij
preferido la papaya. Se lo había dicho docenas de ve
ejando la fruta in
flaqueó por
e estás muy lejos," dijo,
plana. "Algún día, quiero construir mi propio pueblo, un lugar don
risa condescendiente
Es un sueño adorable, querida. Pero deja esas
mplemente lo miré, y en mis ojos, él debió ver
comedor, con el rostro lleno de pánico. No era una de nues
orita Sofía! ¡Se ha desmayado
ostro, que momentos antes era una máscara de calma condescendi
á? ¡Llévame
hacia mí. Me dejó sola en el enorme comedor, co
Ella se desmaya y él corre. Yo me marchito lent
tan amarga que
de Emiliano se me clavó en la mano. El dolor fue agudo y repenti
fría. Era una herida pequeña, insignificante, pero se sentía como un reflejo de la herida mucho más profunda q
nta de Sofía todavía estaba allí,
señorita sufre, tú solo estás aquí, sin poder hacer nada. Pero, ¿qué se pu
resp
tía, una máscara para ocultar el torbellino que había dentro de mí. Ella no sabía que yo e
a en silencio, Emiliano no había regresado. Probablemente estaba al lado d
firme,
de Div
palabras legales y necesarias para disolver nuestro matrimonio. Cada
lo guardé en un pequeño cofre de madera donde gu
de usarla todaví
fía estaba escrito, y yo