La Curandera Sin Poder

La Curandera Sin Poder

Gavin

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El aire de Oaxaca siempre fue mi consuelo, lleno del aroma a copal y tierra húmeda, ese que me acompañaba como Ximena, la respetada curandera de nuestro pueblo. Mis manos conocían el lenguaje de las hierbas y mis cantos calmaban a los espíritus. Pero un día, durante un ritual vital, todo se desmoronó. Una energía oscura me arrebató mi poder, dejándome solo con la habilidad de tejer. Mi prometido, un ambicioso chamán de la capital, me abandonó sin miramientos: "No puedo casarme con una mujer sin poder." Su traición se hizo aún más dolorosa al enterarme de que se había comprometido con Sofía, mi hermana adoptiva, una bruja de alta sociedad que siempre envidió mi don. Como si no fuera suficiente, una ráfaga helada con olor a polvo del Mictlán me golpeó, y al pasar el espasmo, mis manos de tejedora también se negaron a obedecer. Me convertí en una simple vendedora de elotes. Las burlas en el mercado eran insoportables: "Miren a la gran curandera," decían, "ahora solo sirve para vender elotes quemados." Justo cuando pensaba que había tocado fondo, Emiliano, el cacique del pueblo vecino, se apareció y me ofreció matrimonio, salvándome de la humillación. Pasé de ser el hazmerreír a la esposa del cacique de un pueblo próspero, una extraña compensación del destino. Pero en el centésimo día de nuestro matrimonio, descubrí la verdad que destrozó incluso esa frágil paz. Escuché a Emiliano conversando con Tlaloc, el dios de la lluvia, revelando su cruel plan: me había usado como un escudo humano para Sofía, desviando hacia mí todas sus desgracias y sequías. Mi propio fracaso, mi humillación, mi nueva vida... todo había sido orquestado por el hombre que dormía a mi lado. Pero el golpe más devastador llegó cuando Sofía, bajo el mismo techo, con una sonrisa triunfante, reveló que tanto mi ritual arruinado como la muerte de mis padres fueron obra de ellos dos. Fue entonces cuando la rabia me consumió, y aunque me silenciaron, algo dentro de mí se encendió. No era una petición, era una orden silenciosa a mi viejo amigo el nahual: "Sácame de aquí. Ahora." Mi muerte falsa fue un engaño perfecto. Y a los ojos de Emiliano, me convertí en un fantasma, una verdad que lo destrozó por completo. Ahora, mientras él vaga en su miseria y Sofía sufre su propio exilio, yo, Ximena, he renacido. Mis poderes son más fuertes que nunca, y el tiempo de la venganza ha llegado.

Introducción

El aire de Oaxaca siempre fue mi consuelo, lleno del aroma a copal y tierra húmeda, ese que me acompañaba como Ximena, la respetada curandera de nuestro pueblo.

Mis manos conocían el lenguaje de las hierbas y mis cantos calmaban a los espíritus.

Pero un día, durante un ritual vital, todo se desmoronó. Una energía oscura me arrebató mi poder, dejándome solo con la habilidad de tejer.

Mi prometido, un ambicioso chamán de la capital, me abandonó sin miramientos: "No puedo casarme con una mujer sin poder."

Su traición se hizo aún más dolorosa al enterarme de que se había comprometido con Sofía, mi hermana adoptiva, una bruja de alta sociedad que siempre envidió mi don.

Como si no fuera suficiente, una ráfaga helada con olor a polvo del Mictlán me golpeó, y al pasar el espasmo, mis manos de tejedora también se negaron a obedecer.

Me convertí en una simple vendedora de elotes.

Las burlas en el mercado eran insoportables: "Miren a la gran curandera," decían, "ahora solo sirve para vender elotes quemados."

Justo cuando pensaba que había tocado fondo, Emiliano, el cacique del pueblo vecino, se apareció y me ofreció matrimonio, salvándome de la humillación.

Pasé de ser el hazmerreír a la esposa del cacique de un pueblo próspero, una extraña compensación del destino.

Pero en el centésimo día de nuestro matrimonio, descubrí la verdad que destrozó incluso esa frágil paz.

Escuché a Emiliano conversando con Tlaloc, el dios de la lluvia, revelando su cruel plan: me había usado como un escudo humano para Sofía, desviando hacia mí todas sus desgracias y sequías.

Mi propio fracaso, mi humillación, mi nueva vida... todo había sido orquestado por el hombre que dormía a mi lado.

Pero el golpe más devastador llegó cuando Sofía, bajo el mismo techo, con una sonrisa triunfante, reveló que tanto mi ritual arruinado como la muerte de mis padres fueron obra de ellos dos.

Fue entonces cuando la rabia me consumió, y aunque me silenciaron, algo dentro de mí se encendió. No era una petición, era una orden silenciosa a mi viejo amigo el nahual: "Sácame de aquí. Ahora."

Mi muerte falsa fue un engaño perfecto.

Y a los ojos de Emiliano, me convertí en un fantasma, una verdad que lo destrozó por completo.

Ahora, mientras él vaga en su miseria y Sofía sufre su propio exilio, yo, Ximena, he renacido.

Mis poderes son más fuertes que nunca, y el tiempo de la venganza ha llegado.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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