Ojos Robados, Corazón Roto
un recordatorio constante de su nueva realidad. La mad
a! Isabel necesita a
enda gris y sin forma que se sentía como un disfraz humillante. Bajó a la habitación p
sabel sin mirarla. "Mis zap
un nudo en el estómago. Tuvo que tomar el pie de Isabel en sus manos y deslizar el za
inútil", se
entras la familia charlaba y reía. Ricardo sostenía la mano de Isabel, mir
pa", ordenó Isabel con
movió el pie deliberadamente, haciéndola tropezar. La sopa se
igna de un Óscar. "¡Mira lo que has hecho, estúpida! ¡Es
n el rostro lleno de preocupación
ndo por completo a Ximena, que estaba en el suelo tra
edes hacer nada bien!",
endiéndose por sus costillas. Se acurrucó en el suelo, protegiéndose, mientras Ricardo la ins
tras cocinaba, una herida insignificante. Ricardo había corrido a su lado, había limpiado la herida con una delicadeza infinita, la había besado
a acababa de patea
tus. El corazón de Ximena se detuvo. Esos cactus eran especiales. Ricardo los había plantado para ella un año atrás. Le había dich
a afuera, d
e! ¡No pueden ha
re mayor que la conocía desde
la señorita Isabel. Dijo que odia los cactus
Era otro intento de borrarla, de reemplazar cad
delante de las plantas, pr
toquen! ¡
la terraza, con una
casa es tuyo. Eres una simple empleada. Ahora
Si la echaban, no tendría a