a mantenía alerta. La frialdad de la casa, la precisión de cada movimiento, el silencio que impregnaba cada rincón, eran detall
torias coincidían en un punto -su éxito, su viudez y su incapacidad para dejarse conocer-, nada l
to, cada palabra, estuviera cuidadosamente controlado. Nunca parecía estar completamente presente, como si su mente estuviera en otro lugar, siempre más allá
lo había acostado. La única vez que coincidieron durante el día fue cuando Miurel, al terminar sus tareas, lo veía cruzar el salón, con p
un día, al encontrarla ordenand
uera estrictamente necesario. Estaba acostumbrada a sus breves interacciones, pero esta vez parecía diferente. Sus ojos, normalmente tan frío
sin saber si debía ser más formal o si podía ser más cercana. En los
Miurel observó cómo se alejaba, su figura alta y recta, como siempre, envuelta en una nube de indiferencia. No había sido una conversa
inas que ella debía seguir. Sin embargo, Miurel comenzó a notar algo en su comportamiento. Aunque él se mantenía distante, había momentos, fugaces, en los que su mirada se posaba sobre ella p
n par de detalles que aún no había aclarado. Necesitaba saber más sobre las preferencias de Alex, sobre sus horarios, y aunque h
u escritorio antes de ir a acostar a Alex, pero la puerta estaba cerrada. Se d
, vio que la puerta estaba entreabierta. Decidió aprovechar el momento, to
ador, la luz tenue de la lámpara iluminando su rostro serio. Estaba concentrad
nzó, dudando, mientras avanzaba hacia él-. Algunas cos
emecimiento al encontrarse con sus ojos. Algo en su mirada parecía es
nta sonaba demasiado trivial. Sin embargo, no pudo evitar sentir que, de alguna manera, era más que una
costara más esfuerzo del que estaba dispuesto a dar. Se recostó en su s
o que, aunque firme, no estaba exento de cierta suavidad-
ianza la hizo sentir algo que no había anticipado: un leve destello de esperanza. Si bien sus palabras eran secas y su tono dist
ecuperando su compostura. -Solo quería
como si el encuentro hubiera sido tan breve, tan carente de significado para él, que no había logrado el objetivo de acercarse. Pero a
para salir, Ángel la det
iu
amente, sin espera
¿
ensidad de antes. Era como si algo de él estuviera siendo revelado,
era. Alex está
so que tenían era considerable. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Ángel ya habí
con Ángel era un rompecabezas que, a pesar de su aparente indiferencia, parecía estar deja
jidad que solo los valientes se atreverían a explorar. Pero Miurel sabía que algo estaba cambiando, aunque no pudiera decir