La Guardía de Infierno
o se arr
ndo era u
ba a teñirse de un gris pálido
en voz baja, una sinfonía
desvanecerse, sus pies y man
era una nube tóxica que f
e lealtad, observando el lento desmoro
aranjada apareció en el cielo, un
más bien,
El C
riento y rasgado, y su sombrer
débil, p
uerza un pequeño objeto plat
os vivos, un ancla inútil que solo servía para de
z llena de un alivio y una alegría q
leto del portal que se encogía, de la
jó a su
endrías!", exclamó, besa
grieta de luz, que ahora no era más grande que una puerta. "Ca
acunó, ajena
quí. Estás a salvo conmigo", le
guien desde la multitud
un grito ahogado po
riosa, como si la estuviéramos int
ecesita un momento para
a que derr
nto crítico, su únic
ra demasi
azaban, el portal par
virtió en un punto brillan
f
pulcral cayó s
atravesó el horizonte, bañando el
Mictlán se
mos at
noso