Tú La Ladrona de Mentes
ro. El Jefe de Policía me agarró del brazo, su mano apretan
cámaras apuntando hacia mí, como un pelotón de fusilamiento. S
podio y se quedó a mi lad
una declaración que hacer
. No podía seguir el guion del Jefe. Tenía que
an insignificante que solo Sofía y yo conocíamos los detalles, porque habíamos
que esperaba, "me gustaría hacerle una pregunta a
multitud, pero ella no estaba allí. Estaba vien
rdines' de hace dos años. El ladrón que robaba gnomos de jardín. En la casa de la Sra. Pineda,
ra psíquica, debería saberlo. Pero si solo leía mis pensamientos a
oderó de la sala. Todos
se abrió paso bruscam
l Mae
ía visto. Sus ojos estaban inyectados e
ritó, su voz res
a atónita de todos, levan
ontra mi mejilla silenció a toda la sala. El flash de
le una trampa a tu propia compañera con juegos mentales! ¡Estás celosa! ¡Celos
n era tan absoluta, tan viole
de un reportero en la primera fila
ba triste,
que tenía pintado un bigote como el de su difunto esposo. Lo recuerdo, Elena. Lo recuerdo porque me lo contaste esa misma
o se de
para pintarme como una persona cruel y manipuladora que usaba momentos íntimos para atacar. Y
d se volvi
uer
aido
e de
ntí pequeña, acorralada. Miré al Jefe de Poli
alejó del podio, dejándome sola fre
la desesperación me ahogaban. Sentí que
eléfono vibró en mi bolsillo.
e de un númer
ía cinco
lee el
ibración. Un
pensamientos.
vez. Una comprensión helada
mis pen
e solo yo conocía, el hecho de que siempre estuviera un pas
itud seguía gritando. El
vergüenza. Solo una c
que tenía
detenerme. Llegué al frente de la sala, donde estaba el
a placa de mi cinturón. La placa de Ca
ré al
en la sala, silenciando
", dije, mi voz tranqu
dejando atrás mi carrera, mi repu
é las sirenas a lo lejos. Otra crisis,
o tiempo, no sentí el impuls
nada en
en blanco. Una
uería leer mis pensamientos, a par