Tú La Ladrona de Mentes
anticipado y la ci
ido a festejar mi partida. Las copas de champán chocaban, las risas resonaban y todos me miraban con una mezcla d
del centro de la celebración, con una sonri
gieron al escenario. Allí estaba ella, Sofía Vidal, la nueva
ores, con su uniforme impecable y
vadora. "Sé que estamos aquí para celebrar la jubilaci
ro entre la multitud. Nuestros o
ogrado, es gracias a la formación de mi
ó, conmovida por su
amente. "Espero que todos aquí me ayuden a encontrarla, a convencerla de
ertes. La gente la veía como
sonido amargo que nadie más
de ángel. Solo yo recordaba cómo, en mi vida
carrera. Pero todo cambió cuando Sofía, la novata, se unió a mi equipo. Afirma
o y yo estábamos a punto de resolver un caso, justo cuando encontr
pensé que era
una casualid
el toque, que mi talento se había agotado. Los medios de comunicación, siempre hambrientos de
es. Mis colegas empezaron a mir
red de traficantes de personas que aterrorizaba la ciudad. Trabajé sin parar dura
eé su escondite, una bodega
sta era mi oportun
po, mientras corríamos hacia
a inquietantemente silenciosa. Las pu
ío, pero no abandonado. Est
posas en la mano, estaba Sofía. Los traficantes ya estaban det
ína de la ciudad, una detecti
blica me destrozó. Me acusaron de incompetente, de enviar a mi eq
ón pública me rompieron. Mi mente se
de la banda, caí en una emboscada. Recuerdo el dolor agudo, la sorp
e era e
s, abrí los
de las sirenas a lo lejos. Estaba en mi coche, con el motor
bien? Ha estado c
olante. No había cicat
te de nosotros estaba la bode
gr
ndite de los traficantes. El día
spalda. No era un sueño. Te
cometería e
. "No entramos. Rodeen el perímetro en silencio. Bloqueen t
ro obedecieron. Conocían mi repu
a era correcta, Sofía ya debía estar adentro, esperando su mome
veinte, treinta minutos
rrido y Sofía salió. Miró a su alrededor, su rostro lleno de co
ar a la prensa y llevarse todo el crédito. Pero mi or
ocurrió lo
ulla que no eran de mi unidad inundaron la escena. Las puertas se abrieron y poli
os traficantes esposados. Mén
o su rostro se transformó. Corrió hacia las
o a Méndez. "Gracias a una corazonada, pude guiar al C
da. Era la voz de
eventar el caso más grande del año mientras usted y su
ión. La humillación era la misma. El resultado era el mismo. A pesar
nsa improvisada. Los flashes de las cám
án Méndez. Lloraba lágrimas de cocodrilo mientras hablaba de
de Policía me l
algo que decir sobre su.
raba, esperando q
rado que nos había enseñado a Sofía y a mí, de pie entre la multitud. Me
ualquier herida física. No solo era Sofía. El Maestro, el homb
siempre te advertí sobre tu arrogancia. Te negaste a escuchar a los demás, a colabo
edor. La traición de mi mentor,
lo estaba manchada,
ta vez con el conocimiento amargo de que