La Venganza De La Esposa
a sentía en mi piel. Me obligué a calmarme, a respirar lenta y profundamente. Cada inhalación era una c
la cuna y miré a mi hija, Luna. Su pecho subía y bajaba con una regularidad pacífica. Su carita era un capu
de la puerta principal cerrándose suavemente, y luego los pa
s ojos, fingiendo estar dormida. Mi coraz
e abrió con
¿estás d
serenatas bajo la luna, ahora sona
utizo de la niña y todo, necesito algo de lana. Los muchachos y yo tenemos una tocada importante fuera d
taba revuelto, y tenía una marca roja en el cuello que trató de ocultar torpem
asta el último centavo sin hacer preg
", pregunté, mi voz
. Es una inversión, mi amor. Te juro que en
endiendo flores en el mercado de Jamaica, pétalo a pétalo, desde antes
evar a Esmeralda a un fin de semana en Acapulco.
etas, en la alacena," dij
untó por qué no protestaba, por qué no le preguntaba par
" dijo, dándome un beso rápido en la frente. Su aliento apestaba a
de la lata abriéndose, y luego el son
En mi vida pasada, mi sumisión, mi amor ciego, había sido mi sentencia
i sumisión
a un regalo. Era la soga con la
lata de galletas vacía sobre la mesa. A su lado, un vaso sucio con una mancha de labia
e mis huesos iban a romperse. Pero no lo rompí. Lo lav
a ruidosa y estúpida. El odio, en cambio, era
qué una pequeña maleta con nuestras cosas. Un par de cambios de ropa,
n hogar, era una tumba esperando a ser cerrada
itaba distancia.
sitaba